Nacida en Londres de un exiliado mazziniano y de la escritora alemana Anna Lindau, dominaba igualmente las principales lenguas y culturas europeas cuyas civilizaciones había absorbido e interiorizado los rasgos más destacados. Sintiéndose afín al pragmatismo anglosajón, eligió Italia como su patria y el italiano como lengua en la que expresar su talento literario. Pero nunca fracasó en su vocación apátrida y cosmopolita que sigue siendo su rasgo distintivo.
A pesar de esta connotación de excepcional importancia, el de Annie Vivanti es otro nombre que poco o nada dirá a nuestros fieles lectores, sin embargo hace 100 años el de Annie Vivanti era un nombre que despertaba admiración y aprecio, y no solo por sus novelas, sino muy querido, sino también por lo que había logrado en la vida, por las batallas que había liderado y por los ideales de los que había sido bandera. En definitiva, su vida es respetable, plena, intensa, siempre vivida en primera persona ya veces exagerada. Uno de esos que no se pueden ignorar.
El aval del Vate
Había debutado joven, con apenas 24 años, en 1890, cuando había pedido un prefacio para su libro de poemas a la firma más prestigiosa, ya la vez inquieta, al alcance del mundo crítico-literario: Giosuè Carducci. El poeta indignado, después de conocer y conocer a la chica, no había podido decirle que no. Y ciertamente no había muchos que lo hubieran logrado.
¿Mérito sólo de los poemas o también del sentimiento que inesperadamente había despertado en el alma de la arrogante poeta de Maremma? Los documentos a los que podemos acceder darían lugar a esta segunda hipótesis. Pero olvidemos las habladurías, y digamos que lo incontrovertible es que entre ambos se establece una amistad sincera e intensa, extendida luego también a su marido, que durará toda la vida, tanto para él como para ella.
Poco después del encuentro, Carducci también le dedicó un poema fresco y vívido, que lleva por título su a Annie y comienza con las famosas líneas:
Golpeo la puerta cerrada con un ramito de flores
Glaucos y azules como tus ojos, Annie.
Estas son las palabras que Annie Vivanti querrá imprimir en la piedra de su tumba en el cementerio monumental de Turín, como sello de una presencia que permaneció en su corazón durante toda su vida, y unos buenos 35 años después de la muerte de Carducci.
Se estrena “Lirica” en Treves
la colección de poemas de Vivanti, Lírica, por tanto, sale fuerte del prestigioso respaldo de Carducci y de los tipos de la principal editorial de la época, Treves.
El libro suscita reacciones muy positivas, permitiendo al autor entrar en el pequeño grupo de los autores de éxito, aunque, por tratarse de poesía, no había muchos lectores en ese momento. Pero hoy lo serían aún menos. En efecto, es sabido que en nuestro país los poetas son siempre más numerosos que los lectores de poesía, entonces como ahora.
De la poesía, Vivanti pronto pasó a la ficción, sector en el que demostraría talentos aún más sublimes, dispersos en las cerca de 20 novelas, cuentos y obras teatrales que publicó y que la hicieron conocida y apreciada en las primeras décadas del s. siglo XX a un gran público, primero internacional y luego también nacional. De hecho, sus obras salen primero en inglés, y más tarde también en nuestro idioma.
Pero veamos quién era Annie Vivanti.
La vita
Annie Vivanti nació en Londres en 1866 de Anselmo Vivanti, un patriota mazziniano que se expatrió en la capital británica después de los disturbios en Mantua en 1851, y Anna Lindau, una escritora alemana y miembro de una importante familia de artistas y escritores. Pasó su juventud siguiendo a sus padres, mudándose a varios países entre Europa y Estados Unidos. De joven también estudió actuación y canto, esta última pasión que le transmitirá a su hija.
Al año siguiente de la publicación de su libro de poemas, en 1891, publicó una novela, Marion, concertista de café, quien también resucita sus experiencias juveniles en el mundo del espectáculo. La novela no pasa desapercibida, ¡más bien al contrario!, y con el tiempo resultará ser una de las pruebas más significativas del escritor, tanto que hoy también se reimprime.
En 1892, a la edad de 26 años, se casó con un empresario y patriota irlandés, apasionado partidario y luchador de la causa de la independencia de su isla de la dominación británica. Con él permaneció durante veinte años entre Inglaterra y Estados Unidos. Escribe novelas, cuentos y obras de teatro en inglés, no traducidas a nuestro idioma.
Mientras tanto, la pareja tuvo una hija, Vivien, que se convertiría, también muy joven, primero en una gran esperanza y luego en una certeza absoluta del violín a nivel mundial.
A ella, a su mundo, a las difíciles y exclusivas relaciones madre-hija, la escritora se inspira para componer su famosa novela, los devoradores, publicado en Inglaterra en 1910 con gran éxito y al año siguiente en Italia con el mismo, si no mayor, favor de público, lo que se puede ver en los más de 150.000 ejemplares vendidos sólo en Italia hasta 1945.
La etapa del gran éxito
La novela marca el regreso de la escritora al mundo literario de nuestro país, del que se había alejado durante veinte años. Y es una recuperación a lo grande, que habría estado marcada por la publicación de novelas y cuentos que marcan su apogeo narrativo. Recordamos Circe en 1912, Vae victis en 1917, gitano, en el 1918, Tripudianos naja en 1920 e Mea culpa en 1927. Son todos grandes éxitos de ventas, libros de más de 100.000 ejemplares sólo en la edición italiana, tiradas muy altas en la época, alcanzadas por muy pocos autores. Y todas ellas están traducidas a los principales idiomas del planeta, recibiendo una acogida muy halagadora por doquier.
Lo que es aún más significativo es que su producción narrativa también obtuvo un importante reconocimiento de la crítica, comenzando por Benedetto Croce y Giuseppe Antonio Borgese: cómo decir lo mejor de los críticos de la época.
Una escritura femenina
Los temas que más inspiran a la escritora, muchas veces originados por una u otra razón en experiencias personales, son los relacionados con el mundo femenino y los entornos, situaciones y contextos en los que las mujeres se encuentran viviendo y trabajando, o cuanto menos para tomar contacto.
De hecho, las mujeres son las protagonistas absolutas de sus novelas: mujeres puestas a prueba en la difícil relación entre una generación y otra, o comprometidas en la delicada labor de criar a los hijos, o protagonistas de intensos acontecimientos pasionales. La mujer también es representada como víctima de situaciones trágicas y dramáticas, tema central y doloroso aún hoy.
En definitiva, su obra abarca un abanico de situaciones y contextos, aunque diferentes, pero unidos por el hecho de que tienen como protagonista a una figura femenina, tanto en la familia como en la sociedad.
Las batallas políticas y sociales…
Al mismo tiempo, Vivanti no duda en luchar abiertamente por muchas batallas políticas, como la de la cuestión irlandesa en primer lugar, a raíz del fervor de su marido por esa causa, pero también por el futuro de Egipto, o por reconocimiento de las solicitudes italianas en las negociaciones de paz al final de la Primera Guerra Mundial. En definitiva, es una escritora comprometida con la política y el ámbito social, precursora del escritor comprometido que explotaría con toda su fuerza medio siglo después.
…siempre enfréntalo de frente
Tras la Primera Guerra Mundial, Vivanti acabó instalándose definitivamente en Italia, sin renunciar a frecuentes viajes al resto del mundo. Se dedica libremente a su pasión por la escritura, mientras se acerca al fascismo, como de hecho lo hará la mayoría de nuestros intelectuales locales. Son conocidas las relaciones amistosas con el Duce, alimentadas también por la citada batalla en apoyo a las peticiones italianas de negociaciones de paz tras la Primera Guerra Mundial, y en contra del punto de vista angloamericano. Es una posición muy apreciada por el régimen, dada también la nacionalidad inglesa de la escritora, que por tanto la ve en pleno contraste con la madre patria.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, los méritos adquiridos no fueron suficientes para evitar sus problemas, restricciones y molestias, debido a su ciudadanía británica, potencialmente hostil a Italia, como el traslado forzoso a Arezzo desde Turín, donde reside. Será entonces el propio Mussolini quien cancele la provisión y le permita regresar a su ciudad.
el doloroso atardecer
EEl último año de vida de Vivanti lo vivió en el tormento del suicidio de su hija, una violinista de renombre mundial. La escritora, nacida en el seno de una familia judía, cerrará su vida con la conversión al catolicismo.
Los últimos días de su vida, hasta entonces rica, plena, vivida siempre como protagonista, fueron muy agitados. En el otoño de 1941, su hija Vivien, que se había convertido en una gran violinista aclamada en todo el mundo, inexplicablemente se quita la vida en Hove, Inglaterra. De este dramático suceso la madre nunca se recuperó, ya los pocos meses, en febrero de 1942, a los 76 años, él la siguió hasta la tumba. Unos días antes se había convertido al catolicismo.
Sin embargo, la escritora sigue siendo apreciada y leída durante muchos años después de su muerte, y algunos de sus títulos se reimprimen aún hoy, lo que no puede decirse de muchos otros narradores de aquellas décadas, lo que demuestra la actualidad de sus temas.