El 21 de septiembre de 1993, en Rusia se produjo una grave crisis constitucional. El choque vio a los presidentes enfrentarse, boris yeltsin, Y el Parlamento. Dado que en ese momento no había una definición clara de las respectivas esferas de competencia, el contraste entre los dos poderes era inevitable. Y así Yeltsin, incapaz de superar la obstrucción del Parlamento, hace exactamente 28 años decidió disolverlo (o mejor dicho, disolver el Congreso de los Diputados del Pueblo y su Soviet Supremo), convocando nuevas elecciones para diciembre.
Sin embargo, la Constitución rusa no otorgaba al presidente la facultad de disolver el Parlamento, por lo que este no aceptó la medida y respondió destituyendo a Yeltsin, que fue destituido.
La crisis escaló hasta el punto de que unos días después, el 3 de octubre, algunos simpatizantes del Parlamento asaltaron el Ayuntamiento de Moscú y la sede de la televisión.
Sin embargo, después de una primera fase de desorden, Yeltsin logró recuperar el control de la situación y declaró el estado de emergencia. Sólo 24 después, departamentos especiales de las fuerzas armadas irrumpieron en el parlamento con abundante derramamiento de sangre (los muertos fueron un centenar) y arrestó a los líderes de la revuelta.
Una vez restablecido el orden, en diciembre Yeltsin intentó reforzar su poder aprobando una nueva constitución con un fuerte sello presidencial. Ese mismo mes, sin embargo, se realizaron las elecciones políticas, que decretaron la derrota de las fuerzas reformistas, marcando en cambio un fuerte crecimiento de las fuerzas ultranacionalistas y una buena afirmación de los excomunistas, que querían reconstituir la antigua Unión Soviética. .