Sigue volviéndote loco, en Siria, la guerra civil entre leales y disidentes, que, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ya se ha cobrado 45 víctimas, un número inevitablemente destinado a crecer. Hoy, pocos días después de los atentados de Damasco, en los que también perdió la vida el ministro de Defensa, partió el verdadero contraataque del gobierno.
Miles de soldados han sido enviado a Alepo (la segunda ciudad siria), donde ruge la batalla, mientras las fuerzas aéreas de Assad bombardean a los rebeldes que huyen de Damasco, en una escalada de violencia que, en pocos días, ha transformó los pequeños focos de revuelta en las provincias sirias en un asalto a la capital.
Las imágenes que llegan de Damasco hablan de una ciudad incendiada, arrasada, incluso en sus barrios residenciales, por cohetes y bombardeos de artillería. En las batallas, como siempre, los civiles también están involucrados, heridos, asesinados u obligados a huir de sus hogares.
Todo este tiempo Turquía, que representa la frontera norte de Siria, ha cerrado sus fronteras, impidiendo el paso de cualquier vehículo entre los dos países y mientras Occidente (hoy es noticia que la mitad de los embajadores de la ONU han salido de Siria) mira y las acusaciones y puyas entre Rusia y Estados Unidos rebotan.