La recuperación económica de una Italia cada vez más aburrida y casi resignada, en el mejor de los casos, a contentarse con un crecimiento a cámara lenta no puede prescindir de un fuerte impulso para relanzar el desarrollo del Sur. Svimez lo apoya desde hace años con la comodidad, manifestado varias veces, del decidido aliento de Giorgio Napolitano. Y lo reitera una vez más en su Informe Anual sobre la economía del Sur, presentado ayer en Roma, con el apoyo de datos y cifras fácticas que representan el último recurso del retroceso progresivo de una macroárea habitada por 20 millones de personas ( una población que supera a la de la mayoría de los Estados miembros de la UE) hacia una posición de extrema marginalidad en el contexto europeo. Una posición hacia la que, afirma Svimez, toda Italia corre el riesgo de deslizarse.
Para evitar esta perspectiva y superar la grave crisis de competitividad que caracteriza a la economía italiana desde hace más de diez años -es la tesis que sostiene Svimez- es urgentemente necesario activar una estrategia nacional para “reiniciar una dinámica de convergencia”. Con el objetivo de permitir que el Sur se reinicie con tasas de crecimiento significativamente superiores a las del Centro-Norte, que en todo caso también debería emprender una sólida senda de crecimiento.
Un objetivo que hasta ahora ni siquiera ha sido posible intentar perseguir -argumenta el presidente de Svimez Adriano Giannola- porque, no solo en Italia sino sobre todo en la Unión Europea, “se ha dado preferencia a un enfoque de política económica enfocada al público en señal de una austeridad como fin en sí misma”. El objetivo máximo que sólo podría ser una modesta recuperación cíclica del crecimiento, incapaz en todo caso de llevar el PIB nacional ni siquiera al nivel de 2007, es decir, antes del estallido de la crisis económico-financiera mundial.
“La cuestión es –aclara el presidente de Svimez– que, para intentar superar el dualismo histórico entre Norte y Sur, no basta con la perspectiva de crecimiento económico. En cambio, debemos apuntar con determinación a un desarrollo económico estructural de toda la nación. Un tema sobre el que lamentablemente ha habido un gran silencio en nuestro país”. Por eso - agrega - Svimez "apunta más bien a una estrategia nacional cuyo hilo conductor debe estar representado por una política activa de desarrollo en el contexto de un diseño que vea al Estado desempeñar el papel de director". Y por lo tanto, asumir la responsabilidad de las elecciones. Es decir, de la función que es, o debería ser, la principal prerrogativa de la política.
Desde este punto de vista, Giannola enumera las que, según Svimez, son las llaves capaces de abrir las puertas al desarrollo del Sur. “Una política euromediterránea fuerte ante todo. El Mediterráneo -dice- es el centro del comercio entre Asia y Europa, y entre África y nuestro continente. Sin embargo, la mayoría de los barcos que vienen del Este parten de Gibraltar hacia Rotterdam o Hamburgo: cinco días más de navegación, por lo tanto, más contaminación y mayor consumo de combustible. Si hubiera puertos y sobre todo puertos traseros equipados, las mercancías podrían desembarcarse en Italia. Desde donde continuar hacia los países del Centro y Norte de Europa, en sentido contrario a las direcciones de transporte actuales.
Además, una política de desarrollo en el Sur no puede prescindir de una fuerte recuperación de las inversiones, es el pedido de Svimez. Y la superación de esa asimetría competitiva que penaliza a Italia en beneficio de los estados miembros de Europa del Este que se incorporaron a la UE hace 10 años y que siguen fuera de la zona euro: Bulgaria, República Checa, Hungría, Polonia y Rumanía. Países que no tienen las limitaciones de la Eurozona, que pueden utilizar el arma de la devaluación o revalorización de sus respectivas monedas, que tienen costes laborales muy inferiores a los nuestros, y que pueden establecer regímenes fiscales ventajosos para los inversores extranjeros.
El presidente de Svimez luego se queja de la desconexión general que parecía haber eliminado la cuestión del sur de la conciencia política colectiva del país durante muchos años. Años en los que, dice, "se oían de todo tipo de cosas". Como, por ejemplo, el "cuento de hadas" según el cual la fabricación de nuestro Sur habría sido superior a la finlandesa. “Por supuesto… El sur de Italia tiene 20 millones de habitantes o más, Finlandia 5 millones. Hubiera sido mejor relacionar estos datos con el número de habitantes de las dos áreas”, comenta ahora Giannola.
¿Y cuál es el enfoque de los políticos, más específicamente del gobierno, frente al desarrollo persistentemente retrasado del Sur? Graziano Delrio, subsecretario del Primer Ministro, está allí, junto a Giannola, en representación del gobierno. Y, aunque en un contexto todavía no suficientemente definido en el contexto europeo (los 300 millones de inversiones anunciados por el presidente de la nueva Comisión de Bruselas, Jean-Claude Juncker, son recursos adicionales o reasignaciones de créditos ya previstos en el presupuesto septenal de la UE ?) y también nacional, se compromete a aclarar cuáles son los objetivos del ejecutivo.
Delrio primero se pregunta si la intervención pública en la economía todavía tiene sentido y dice que sí. Añadiendo que la política de cohesión europea está en condiciones de ofrecer un apoyo sustancial a las inversiones (para Italia de aquí a 2020 hay alrededor de 200 XNUMX millones, mejor aún si Bruselas acepta la petición de no incluir la cofinanciación nacional de los Fondos Estructurales en la cálculo del déficit con respecto al PIB), que el renacimiento del Sur es posible (como sucedió con Alemania Oriental en el momento de la unificación alemana), y que la cuestión del Sur es un problema que atañe a todo el país.
En cuanto a la cuestión de si Italia está siguiendo el camino correcto, el subsecretario del Primer Ministro responde que "no, se podría hacer más". Que “nadie debería perder un solo euro de los recursos europeos por obedecer ciegamente al pacto de estabilidad” (¿pero no es realmente el gobierno el que obliga a las autoridades locales a respetarlo?). Que es inaceptable la inercia de una Región (Calabria), cuyos funcionarios en cuatro meses no han examinado ni una sola de las miles de solicitudes presentadas para la Garantía Juvenil. Y que es igualmente inaceptable que, frente a una asignación de 800 millones para puertos, solo se hayan utilizado 100. “En casos como estos, los fondos deben desviarse a otros destinos”, dice.