En los últimos días se podía leer en las páginas de noticias de los diarios milaneses el siguiente titular: "La nevera explota, la casa se incendia". Ahora una pregunta retórica: ¿la nevera de quién? Samsung, por supuesto. Esta vez, pero los expertos lo saben bien, es el termostato. Electrónica, súper inteligente pero averiada que "depende" del compresor. El compresor -que “hace” frío cada vez que arranca- aunque sea inteligente (qué podridos nos tienen estas palabras) emite calor que transmite al termostato. ¿Cómo? Estas son las suposiciones posibles:
Porque es defectuoso (tal vez ambos)
Porque no tenía controles de línea.
¿Por qué no entraron cuando venían de la fábrica china de Samsung?
Y porque hay fabricantes asiáticos que fabrican un chip especial que engaña a los resultados de los controles europeos -cuando se realizan- sobre el consumo. En resumen: las herramientas para probar el consumo son "capturadas" por el chip que envía inmediatamente al probador datos falsos, es decir, menor consumo, por lo que los frigoríficos pasan a ser mágicamente de una clase energética alta, tipo A+++ y en su lugar serían de una clase energética más baja.
