En un archipiélago en medio del Océano Pacífico decidieron saltar un día. Las islas son las de Samoa, la fecha en cuestión es el próximo viernes, el 30 diciembre. La decisión la tomó el Gobierno, que sustrajo cándidamente una casilla del calendario de sus ciudadanos.
Esta vez, sin embargo, nada tienen que ver las oscuras profecías relacionadas con 2012. El salto en el tiempo de los samoanos puede explicarse por razones económicas triviales: al cancelar la jornada entre el jueves y el viernes, el país se deslizará al oeste de la línea que marca el cambio de fecha. Situada por convención en el meridiano 180 (el último, partiendo de Greenwich), esta línea crea bastantes paradojas.
A la fecha, reloj en mano, Samoa está separada -en el tiempo- por 21 horas de Nueva Zelanda y 23 de Australia. Es una pena que estos sean también los dos grandes países físicamente más cercanos al pequeño archipiélago, que tiene los intercambios más frecuentes con ellos.
Relaciones hasta ahora muy complicadas por el cambio de fecha: pensemos, por ejemplo, en intercambios perdidos en periodos en los que no coinciden festivos y laborables. Dificultades todas que finalmente los samoanos han decidido superar. Solo finge que el próximo viernes no existe.