Rusia cerró 2013 con una tasa de crecimiento del 1,5%, menos de la mitad de la lograda el año anterior (+3,4%) y cerca de un tercio de la del bienio 2010-11 (+4,4%). Se espera una recuperación en 2014 pero las referencias económicas más recientes no son alentadoras.
La producción y exportación de productos energéticos sigue siendo la piedra angular de la economía rusa. A nivel mundial, Rusia es el segundo productor de gas natural, el tercero de petróleo, el sexto de carbón.
El reciente debilitamiento del impulso económico es en gran parte de naturaleza estructural. El modesto crecimiento de una clase empresarial industrial moderna se ha traducido en un débil flujo de inversiones privadas: de hecho, cuantitativa y cualitativamente, el aparato industrial en funcionamiento es casi en su totalidad el heredado del período soviético. El crecimiento de la demanda interna está saturando la capacidad productiva con efectos evidentes en las cuentas externas. En comparación con 2011, el superávit en cuenta corriente se reduce casi a la mitad. Mientras tanto, continúa la fuga de capitales al extranjero.
El sistema bancario ruso parece sólido pero se ve afectado, a menudo visiblemente, por la fase contradictoria de evolución de todo el sistema económico. Entre diciembre de 2010 y agosto de 2012, nueve grupos bancarios extranjeros anunciaron o completaron sus retiros. Si por un lado estos retiros señalan la dificultad para que una entidad financiera extranjera opere con éxito en este mercado, por otro lado cabe señalar que la presencia extranjera sigue siendo autoritaria (en el ranking por tamaño, 3 de los 10 primeros grupos son extranjeros y 5 de los 20 primeros).
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