El giro de última hora que muchos creían (o esperaban) no sucedió: Donald Trump es oficialmente el candidato del Partido Republicano en las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 8 de noviembre.
La investidura formal llegó ayer durante la convención republicana en Cleveland. El magnate ha alcanzado el fatídico umbral de los 1.237 delegados gracias a la delegación de su Nueva York natal.
“Es una gran carga estar nominado a la candidatura republicana a la presidencia de Estados Unidos –escribió Trump en Twitter–. Trabajaré duro y nunca te decepcionaré".
Es un gran honor ser el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos. ¡Trabajaré duro y nunca te decepcionaré! ¡AMÉRICA PRIMERO!
- Donald J. Trump (@ realDonaldTrump) Julio 19 2016
Y así el magnate neoyorquino, contra viento y marea, se ha convertido en el auténtico protagonista de esta temporada política estadounidense, con sus maneras decisivas y hasta sus excesos verbales contra el islam, contra los inmigrantes mexicanos y sudamericanos, contra los refugiados sirios. Por no hablar de las controvertidas posturas sexistas y chovinistas, que han enfurecido a muchas mujeres, y sus posiciones antisistema que han puesto en serios aprietos al Partido Republicano, abriendo efectivamente una profunda crisis en la formación histórica de la derecha política estadounidense.
En este punto, lo único que falta es la formalización de la nominación demócrata de Hillary Clinton, que se espera en la convención demócrata en Filadelfia la próxima semana. Entonces comenzará la carrera por el desafío final.
