El coro de voces que se oponen a un posible default griego está creciendo. Esta mañana el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, se ha hecho oír argumentando ante el Parlamento Europeo que "la quiebra de Atenas o su salida de la zona del euro tendrían unas consecuencias económicas, sociales y políticas dramáticas, no soy Grecia, pero también para todos los países de la zona del euro, para la Unión Europea y para nuestros socios globales. Es absolutamente cierto”. Francia también intervino para tranquilizar a los mercados: el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro, François Fillon, reafirmaron su voluntad de "hacer lo que sea necesario para salvar a Grecia".
Las palabras de Rehn llegan poco después de la alarma lanzada por Jacek Rostowski, el ministro de Finanzas de Polonia, que actualmente ocupa la presidencia de la UE. “Europa está en peligro – dijo Rostowski frente a la asamblea en Estrasburgo – Si la zona del euro se rompe, la Unión Europea no podrá sobrevivir, con todas las consecuencias que uno pueda imaginar”. Si la crisis "dura uno o dos años más, tendremos que prepararnos para hacer frente a una tasa de desempleo que podría ser el doble en algunos países, incluidos los más ricos".
