Un virus malvado y desconocido ha golpeado repentinamente a la humanidad. Muchos, al principio, no querían ni creerlo. Y entre estos, jefes de estados importantes como los de EE.UU. y Gran Bretaña. Hemos sido aterrorizado no solo por la gravedad de la enfermedad, pero también del hecho de que teníamos que darnos cuenta de que nos enfrentábamos a hechos totalmente desconocidos que éramos absolutamente incapaces de controlar.
Y ahora que parece haber pasado el punto más alto de la crisis sanitaria (pero no estamos seguros), empezamos a tomar conciencia de la gravedad de la crisis económica en la que hemos caído. Con razón nos preguntamos con angustia: ¿Cuál será nuestro futuro? ¿Qué riesgos corremos no solo en términos de salud, sino también sociales y políticos? ¿Pasará la prueba todo lo que hemos luchado por construir en las últimas décadas de relativa paz y progreso o tendrá que cambiar todo y en qué dirección?
Estas no son preguntas fáciles. Y probablemente nadie tenga ninguna certeza todavía sobre lo que sucederá. Sin embargo, es importante comenzar a establecer una serie de razonamientos para poder ofrecer a la gran mayoría de los ciudadanos una base de principios compartidos sobre los que construir la posible recuperación de nuestro camino. Un ágil volumen del filósofo Sebastiano Maffettone responde precisamente a esta necesidad, “El Cuarto Choque – Cómo un virus cambió el mundo“ publicado en la serie del centro de investigación Ethos LUISS Business School, que ofrece un panorama de la situación cultural, social y política en la que nos encontramos e intenta dar respuesta a las angustiosas preguntas que cada uno de nosotros nos hacemos en estos días.
Ciertamente, Maffettone es consciente de que ciertas respuestas no están disponibles en este momento. Está claro que juntos tendremos que emprender un camino plagado de obstáculos. Las reflexiones del filósofo no resuelven todos los problemas, pero ofrecen un posible punto de llegada y una indicación del mapa que tendremos que seguir en nuestro viaje. Maffettone es plenamente consciente del hecho de que su visión de la sociedad post-virus no es fácil de lograr, y sin embargo, si nos convencemos de su conveniencia, podemos entender mejor lo que NO queremos que suceda. En otras palabras, no queremos perder la libertad, no queremos regímenes políticos autoritarios, queremos seguridad económica en un marco de equidad posible incluso entre generaciones.
El libro utiliza un interesante prefacio del director general de LUISS Giovanni Lo Storto, quien introduce un concepto fundamental sobre los efectos de las propuestas de Maffettone sobre la necesaria reconciliación entre la ética pública y la economía, a saber, la restauración de la "confianza" entre las personas y la sociedad. en su conjunto en un futuro sostenible. Precisamente el de sostenibilidad es el concepto fuerte que Maffettone señala como base de un cambio radical en el sistema, si salimos de la crisis sanitaria con una mayor conciencia de nuestro papel como individuos en relación con la naturaleza.
Cuando la humanidad es golpeada por calamidades tan graves como la peste o la gripe española, que no resultan de errores humanos claramente rastreables, como la crisis económica de 2008-2009, se extiende un sentimiento de culpa por lo que el hombre ha hecho en el pasado, por las ofensas causadas a la naturaleza que así parece vengarse. Las causas se buscan en los delitos contra la moral o la religión. Surgen entonces impulsos regresivos de carácter reaccionario que critican el progreso como tal y querrían devolvernos a una situación de armonía con la naturaleza, que, además, nunca ha existido.
Típico en este sentido de Rousseau que, después de el terrible terremoto que destruyó Lisboa en 1756, dijo que si en lugar de vivir en ciudades abarrotadas los hombres vivieran en chozas esparcidas por el campo, habría menos muertes. Y no es casualidad que un partido político actualmente en el gobierno se refiera al filósofo francés, quien no consideró que unos cuantos individuos esparcidos por el campo podrían no haber muerto a causa del terremoto, ¡pero seguramente habrían muerto periódicamente de hambre!
Maffettone ciertamente no piensa que la epidemia sea un castigo divino por las faltas de los hombres, se opone absolutamente a una salida reaccionaria, soberana, autárquica. Su propuesta es la de una nueva ética privada y pública. En el lado privado, es necesario lograr una mayor conciencia y redescubrir el sentido de los límites contra el exceso de narcisismo que domina a los individuos y a veces los empuja a sentir una sensación de omnipotencia. La ética pública conduce tanto a la sostenibilidad ambiental como a la lucha contra las desigualdades y la pobreza.
La sostenibilidad del medio ambiente se entiende aquí no como un cuestionamiento del sistema capitalista como tal, sino de la forma en que opera, y de las distintas responsabilidades que las empresas tendrán que asumir frente a la comunidad. Ciertamente, estas propuestas, que en términos generales parecen justas y compartibles, tendrán que ser rechazadas en la práctica. La política medioambiental tiene razón, pero muchos la interpretan como una reducción del consumo (superfluo) cuando está bastante claro que son precisamente las empresas más ricas y tecnológicamente más avanzadas las que están consiguiendo mayores éxitos en políticas medioambientales.
Así como es justo reconocer que fue precisamente la apertura de los mercados (la globalización) la que pudo sacar a mil millones de personas de la pobreza. Es claro, por tanto, que no se puede pensar sólo en la redistribución o en la realización de costosas ya menudo ilusorias políticas ambientales en términos de efectos. También necesitamos entender cómo producir mejores bienes o servicios a costos económicos y qué trabajos hacer para que personas que necesitan ser capacitadas adecuadamente y sobre todo con continuidad a lo largo de su vida.
Sebastiano Maffettone con este libro ameno, irónico y de fácil lectura nos invita a iniciar una profunda reflexión sobre cómo cambiar nuestra sociedad después del gran miedo al virus, para hacerla más equitativa y mejorar la calidad de vida de la vasta mayoría de nuestros conciudadanos.