Después de más de dos años de recesión, Lisboa vuelve a respirar, aunque quedan algunas nubes en el horizonte. En el segundo trimestre, el producto interior bruto aumentó un 1,1% y la tasa de paro pasó del 17,7% al 16,4%. Pero no se puede decir que la crisis haya terminado todavía.
El crecimiento este año quizás se mantenga por debajo de cero. El PIB podría sufrir una caída del 2,1 % o incluso del 2,3 % y mantener al país en el limbo de la recesión por tercer año consecutivo. El primer ministro Pedro Passos Coelho no quiere hacerse ilusiones: "Nadie puede dar por sentada la salida de la crisis", declaró en agosto.
La espada de Damocles que pende sobre Portugal parece un nuevo plan de ayuda financiera, que Lisboa se vería obligada a pedir a la Unión Europea y al BCE en junio de 2014. "El tamaño de la petición dependerá de la situación económica del país", explica el portugués diario Diario De Noticias, que estima que -pase lo que pase- será un plan más pesado que el irlandés. Si en el caso de Dublín se trataba de una "precaución", en el caso del Estado ibérico se tratará más bien de una "necesidad". Diferencias semánticas que implican varios ceros más.
