Hacía años que, al menos según la percepción del escritor, no habíamos oído hablar de Pokémony ahora eso es todo lo que hablamos. Pokemon Go es el fenómeno del verano, el equivalente lúdico de esa canción que la escuchas en todas partes, en el auto en la radio o debajo de un paraguas y luego en tu cabeza y al final, te guste o no (generalmente menos), te encuéntrate cantándolo.
Después delAustralia, Estados Unidos e Italia A mediados de julio, los consumidores japoneses comenzaron a perseguir Pokémon desde la madrugada del viernes, como adelantaron varias redes sociales, un día después de la advertencia y el ldirectrices emitidas por el gobierno de Tokio, quien aconsejó a los usuarios no poner en peligro su propia seguridad, provocando la alteración del orden público.
Pero, ¿cómo una franquicia que parecía haber perdido popularidad, tras su extraordinario éxito a finales de los 90, se convirtió, por orden, en el juego más descargado y jugado del momento? un fenómeno de vestuario capaz de dar vida a escenas de delirio masivo como las que se registran cuando un Parque Central ha aparecido un Vaporeon (un Pokémon bastante raro), tema de conversación e información y, por último, pero no menos importante, el motor que por sí solo impulsaba al El valor de mercado de Nintendo a un crecimiento de 17 mil millones de dólares ¿en unos dias? ¿Cuáles son las razones del fenómeno Pokémon Go?
En definitiva, el primer objetivo del juego, aunque no el único, es capturar Pokémon, que para los no iniciados son pequeñas criaturas (hay 150 tipos) similares a variaciones mágicas de animales reales, inventadas en el '95 por el diseñador de Nintendo Satoshi Tajiri. . La más representativa es una especie de conejito/ardilla amarilla, capaz de lanzar rayos, de nombre Pikachu.
Hasta aquí nada nuevo, ni trascendental. La novedad es que, en Pokémon Go, los monstruos de bolsillo se encuentran dentro del mundo real, aprovechando la realidad aumentada. Dentro de los mapas del juego, similares a los de Google Maps que usamos para movernos por la ciudad, pueden aparecer Pokémon, a los que el jugador puede llegar caminando por el mundo, con un ojo en el celular y otro, con suerte, en el camino
Una vez encontrados, los monstruos de bolsillo se pueden capturar con una Pokèbola, para luego entrenarlos y usarlos en batallas con otros entrenadores. El mismo Pokémon puede ser tomado por varias personas y permanece en un lugar determinado por un tiempo limitado.
La innovación, tomada en gran parte de un juego de 2012 llamado Ingreso (que no ha conocido, sin embargo, un éxito de esta magnitud) está todo aquí, en la interacción entre la persona y el personaje, que se mueven al unísono por el mundo y el mapa del juego en busca de pequeños monstruos, para ser capturados lanzando una Pokè Ball a través de la cámara de nuestros smartphones.
Una idea sencilla, quizás, pero tremendamente efectiva, a juzgar por el éxito, que trae consigo las habituales colas: como todo fenómeno de esta magnitud, Pokémon Go ha suscitado, y seguirá desatando, estériles polémicas, protestas y esnobismo, también. como un revoltijo descontrolado de bulos que, para propagarse, apuestan por el hecho de que muy a menudo la realidad, incluso la realidad no aumentada, supera a la fantasía.