2019 pasará a la historia del cine como un año de transición. La gran pantalla se adapta cada vez más a la tecnología tanto en la producción como en la distribución, con nuevos modelos de uso y consumo de productos audiovisuales capaces de mermar el "volumen" global de productos cinematográficos consumidos. Por un lado avanza inexorablemente el “modelo Netflix”, que produce y distribuye en streaming (así como en cines durante unos días) grandes títulos caros y de gran éxito.
Por otro lado, en parte relacionado con el primero, gente yendo al cine tienen que lidiar con la calidad de los guiones (no siempre a la altura de las expectativas), con el coste de las entradas (cada vez más caras) y con una oferta audiovisual cada vez más amplia y atractiva. De hecho, como ahora se está convirtiendo en objeto de estudio, ya no se trata de contar las entradas vendidas en taquilla sino de cuantificar cuánto tiempo pasa una persona frente a una pantalla, ya sea pequeña o grande, de cine o de cine. que digital, en la televisión en lugar de en una tableta o teléfono inteligente.
El pasado mes de julio se publicó el Anuario de Entretenimiento SIAE 2018 donde se tendencia a la disminución de audiencia en los cines, aunque ha habido algunos tímidos signos de recuperación en los últimos meses. Se ha argumentado durante algún tiempo que el cine está en crisis por muchas razones válidas y, si esta suposición es cierta, lo es aún más para el cine italiano que lucha por emerger y redescubrir el brillo de años pasados, tanto a favor de la público nacional y en el contexto internacional.
Primero veamos lo que se proyectó y empecemos con estas últimas semanas. En plena temporada, hay poco que ver y ese poco no brilla con una luz particular. La habitual "cinepattenona" este año se nos ha ahorrado y algo así veremos con la llegada de Tolo Tolo por Checco Zalone, mientras haya distribución Pinocho de Matteo Garrone, La diosa suerte por Ferzan Özpetek, La primera navidad de Ficarra y Picone e el inmortal de Marco D'Amore. Parece estar asistiendo a la representación plástica, simbólica, de cuánto, cinematográficamente hablando, nuestro país tiene poco que decir nuevo.
Sobre Pinocho no añadimos nada, sobre la película de los dos comediantes sicilianos poco que decir, sobre el director turco naturalizado italiano es una historia "política y socialmente" correcta, un marco de humanidad compleja mientras en el spin-off de Gomorra, mejor déjalo en paz si nos vemos obligados a revisar una vez más los hechos criminales del inframundo napolitano en sus infinitas facetas.
Antes de diciembre las cosas no iban mucho mejor, tanto que hay pocos rastros de candidatos italianos a títulos para algo importante a nivel internacional. No están para los Globos de Oro, no están en la EFA donde no han ganado nada y Oscuridad total para los Oscar. En nuestro ranking personal de 2019, obviamente cuestionable y ciertamente incompleto, los títulos italianos que merecen ser recordados son: El alcalde del distrito de salud por mario martone Il Traditore por Marco Bellocchio e El primer rey de Matteo Rovere.
En cuanto a los títulos extranjeros de gran interés que merecen un lugar especial en la filmoteca, siempre en nuestro ranking personal, están en orden: Parasite por Joon-ho Bong, Cafarnaúm por Nadine Labaky Joker por Todd Phillips.
En cambio, sin orden, a tener en cuenta: dolor y gloria por Pedro Almodóvar, el irlandés por Martín Scorsese, Érase una vez en ... Hollywood de Quentin Tarantino. Para concluir y quedarnos con el cine navideño, dos títulos que siguen en cartelera y seguro que triunfan: El engaño perfecto por Bill Condon Cadáver a los postres por Rian Johnson.
Mis mejores deseos para Happy Cinema 2020, especialmente para el italiano.