Con el voto casi unánime con el que la Asamblea Nacional eligió ayer a Enrico Letta para dirigir el partido, el Partido Demócrata detuvo el choque abierto por la renuncia, traumáticamente dada hace diez días, de Nicola Zingaretti.
Es uno buenas noticias para el gobierno presidido por Mario Draghi, cuyo difícil camino seguramente no se habría visto facilitado por la persistencia de una crisis en la cúspide de uno de los componentes relevantes de la mayoría que lo apoya.
Leer, después de todo - proeuropeo de 18 quilates, reformador por cultura y carácter, personalidad reconocida y estimada también a nivel internacional, es capaz de hacer más constructiva la aportación de su partido al Ejecutivo.
El político pisano lo confirmó con la intervención que hizo antes de la votación de la Asamblea: un discurso sustancioso y no exento de dureza pero, en el punto, muy claro. El Gobierno de Draghi, subrayó, no es un Gobierno "amigo" sino el Gobierno en cuyo programa se reconoce el Partido Demócrata y del que quiere ser "el motor".
Habría sido incomprensible, por otro lado, si no hubiera sido así.
Letta necesita, al igual que Draghi, uno estabilización del marco político: sin un horizonte de mediano plazo, al menos de dos años, el programa de reforma del Ejecutivo no podría concretarse (esto ya lo señaló Financial Times a fines de febrero) y ciertamente no se necesita menos tiempo para esperar sacar al Partido Demócrata de la pesada situación en la que se ha encontrado.
Sólo un pasaje en la larga exposición de Letta sobre sus objetivos, el dedicado a solo, tema crucial pero no entre los más apremiantes del momento -era menos armonioso-; sin embargo, se puede pensar que se consideró útil sobre todo para uso interno: es decir, para llamar la atención sobre una gran cuestión de principio por su naturaleza apta para empujar a la gente del Partido Demócrata a movilizarse en este período más que nunca desilusionado y desorientado.
cómo restaurar la confianza y el impulso ideal dentro de un partido cuya dirección dejó Zingaretti -con una invectiva ("¡vergüenza!") que no será fácil de olvidar- es, de hecho, el desafío más difícil que le espera a Letta.
El nuevo secretario (octavo en una sucesión de dirigentes que se han sucedido al frente de un partido que aún no ha vivido 14 años) ha anunciado que pretende seguir los pasos de su antecesor. Pero uno pensaría que en realidad aspira, con un rasgo propio de sus raíces democristianas, a una sagaz “renovación en continuidad”.
De lo contrario, el discurso de Letta encerraría una contradicción insalvable: entre la lealtad a una línea y la severa evaluación de sus resultados, dado que llegó a decir: "no se necesita un nuevo Secretario, se necesita un nuevo Pd". Un juicio en el que, en verdad, muchos -dentro y fuera del Partido Demócrata- están de acuerdo.
Muchas elecciones de su temporada más reciente -empezando por una relación con el 5 Estrellas que bordea la subordinación y una caída de la atención hacia temas "sensibles", como la participación femenina- han resultado, de hecho, muy negativas. Ellos tienen consenso debilitado en la opinión pública, como indican diversas encuestas; otras señales de malestar también se pueden ver en la distancia que personajes como el alcalde de Milán, Giuseppe Sala, están tomando del partido.
El objetivo que, como es lógico, indica Letta es, por tanto, un partido más abierto e inclusivo, fuertemente orientado a la potenciación de mujeres y jóvenes; un partido que sepa dialogar no solo con el 5 Estrellas sino con otras fuerzas (Calenda, Bonino, Renzi, Leu, Los Verdes) para dar vida a una coalición que al final revive el olivo. Con la ambición no disimulada de reservar el liderazgo para el Partido Demócrata.
En la época del Olivo había, sin embargo, el Roble y sus "arbustos": hoy eso ya no es así.
El equilibrio de poder dentro de esta hipotética coalición sería muy diferente y mucho más articulado y su manejo sería inevitablemente mucho más complejo.
El actual Partido Demócrata parece inadecuado para tal tarea. ¿Funcionará la "terapia de choque" enunciada por Letta? Las elecciones que tendrá que hacer a corto plazo, en primer lugar la definición de la estructura en la parte superior, darán algunas respuestas. Y se podrá comprender si se ha iniciado un verdadero cambio o si la infernal máquina de las corrientes, ya meras cadenas de poder, ya comenzó a desgastar hasta al nuevo Secretario.