Lo que acaba de terminar es sin duda una semana inolvidable para el primer ministro Matteo Renzi. No sólo logró que el Senado aprobara la disposición de la ley sobre uniones civiles, que se esperaba desde hacía más de treinta años y que ahora tiene el camino allanado en la Cámara, sino que sentó las bases para ganar la batalla de la flexibilización de las finanzas públicas en Europa.
Para Renzi, el resultado de la pax firmada en el Palazzo Chigi con el presidente de la Comisión Europea Juncker es más que positivo: flexibilidad en las cuentas públicas para 2016 pero también para 2017, sin medidas correctivas para este año (sino simples intervenciones administrativas para 2 o 3 millones) y ningún procedimiento de infracción de la deuda que evitará así a Italia una maxi-maniobra de 25 millones que habría supuesto un aguijón y trastocado el plan de desgravación fiscal prometido por el Gobierno para el final de la legislatura.
El aplazamiento de los parámetros de la deuda pública a 2019 allana así el camino a los ansiados recortes de IRES para empresas y de Irpef para trabajadores y pensionistas para el próximo año, como ha prometido en reiteradas ocasiones Renzi. Un objetivo que permitirá al primer ministro apostar por la bajada de impuestos en plena campaña electoral si, como parece, las elecciones políticas se celebran en el plazo natural de 2018.