Aparte de una simple reunión política, a pesar de las Cinco Estrellas y el cobarde primer ministro Giuseppe Conte. La cumbre de Milán entre el viceprimer ministro de la Liga Norte, Matteo Salvini, y el soberano primer ministro húngaro, Viktor Orban, trazó una línea estratégica alternativa a la de la Europa actual con el objetivo de desplazarla hacia la derecha y descomponerla, de tender puentes hacia la Rusia de Putin y dejar efectivamente de lado la reforma del Tratado de Dublín sobre la reubicación de inmigrantes contra los que en cambio usar mano de hierro cerrando los puertos del Mediterráneo y repitiendo el desafortunado esquema del barco Diciotti 10, 100, 1.000 veces. “Europa quiere gestionar los flujos migratorios, queremos frenarlos”, resumió el líder húngaro.
Pero la esencia del encuentro de Milán, al que pronto seguirá la visita del líder de la Liga Norte a Budapest, va mucho más allá de la política antiinmigrantes y sienta las bases de una gran alianza soberana de cara a las próximas elecciones europeas de primavera. donde la nueva agrupación política, centrada en el grupo de Visegrad y extendida a toda la derecha del Viejo Continente, intentará socavar la mayoría formada por Pueblos Populares y socialistas y convertir en minoría a la Alemania de Merkel y la Francia de Macron. Y efectivamente el presidente francés acepta el reto: "Orban y Salvini tienen razón: yo soy su verdadero enemigo y ellos son mis enemigos"
Salvini comenta lo siguiente: “Hemos iniciado un camino por una Europa diferente para excluir a la izquierda y cambiar los Tratados y eso es una prioridad para mí y para el Gobierno”. Orban se hace eco de él: "El ministro italiano es un auténtico héroe, nos une un destino común: Salvini demuestra que se pueden frenar los desembarcos y podrá contar con Hungría". Por ahora, como era de esperar, Orban dice que no a acoger a los inmigrantes que desembarcan en Italia, pero Salvini -cuyo objetivo real es la alianza anti-Europa- prefiere ignorarlo.
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Con la reunión soberana de Milán, por lo tanto, se abre una nueva temporada política llena de nubes y peligros para Europa y sobre todo para Italia, lo que hace aún más actual la pregunta planteada hace solo unos días por el ex primer ministro Mario Monti: pero ¿quién decidió que Italia debería cambiar de bando, abandonando Europa para acercarse a la Rusia de Putin? Ni el Gobierno, ni el Parlamento y, menos que nadie, el pueblo italiano que quizás todavía no se dé cuenta del todo de lo que está pasando y que corre el riesgo de pagar un precio muy alto por los objetivos soberanistas de Salvini y sus asociados.
Europa tiene muchos defectos y ha cometido muchos errores pero nos ha regalado 60 años de paz: ¿queremos tirarlos por la borda? El trágico ejemplo de la ex Yugoslavia está demasiado cerca para cerrar los ojos.
