Lo llamaron Ceresole Reale porque aquí arriba, entre los picos del Gran Paradiso, entre Piamonte y Val d'Aosta, el rey Vittorio Emanuele II venía a cazar rebecos. Ayer en las curvas cerradas que conducen a los 2247 metros del lago Serrù, por encima del pueblo alpino, el Giro vivió por fin un día de gran ciclismo, con Ilnur Zakarin como protagonista, que en lo alto del coto de caza de Saboya encontró sus alas de águila con una determinación y una fuerza que parecía haber perdido desde el día de la temible huida por el Colle dell'Agnello en el Giro de 2016. Ceresole, en lugar del rey, ha encontrado un zar que en este Giro quiere ser protagonista tras un comienzo en claroscuro. Con el triunfo de ayer -más que merecido haber entrado en la fuga del día que se formó inmediatamente después de la salida de Pinerolo-, Zakarin asciende a la tercera plaza de la clasificación general a 2'25” del maillot rosa siempre a hombros de Jan Polanc, y a sólo 31” de Roglic, adelantando a Nibali por 1'13”. En el boletín de calificaciones de la etapa, el ruso de Kausha ciertamente merece un 10 con honores.
Un voto cercano al de Zakarin también merece Mikel Landa, que en la parte más dura de la ascensión final dejó en la estacada a la compañía de Roglic y Nibali: era el comienzo de un espectáculo personal, un escalador como pocos. nunca se desglosa ni siquiera con pendientes de dos dígitos. Una acción que permitió progresivamente al líder del Movistar -cuyos referentes fueron Amador y Carretero adelantados en la fuga matutina- alcanzar y adelantar a casi todos los fugitivos -incluidos Mollema y Carapaz- colocándose tercero a 1'20” de Zakarin. . También para Landa, que ya había iniciado anteayer la operación de recuperación en Cuneo-Pinerolo, un gran salto en la clasificación. Ahora es octavo a 2'12” de Roglic ya 59” de Nibali.
El Giro, que parecía encerrado en un reto a dos bandas, de cara a la primera montaña real, rebañó las cartas al poner en juego al holandés Bauke Mollema, además del ruso y el vasco, cuarto en la general, que se rindieron en la final todavía ganó más de un minuto sobre Roglic y Nibali. Mirando el orden de llegada, se entiende la magnitud de cómo el Giro estalló en las pistas que suben a Ceresole. Prácticamente fue un "parpadeo" de corredores repartidos por las duras curvas cerradas, cada uno solo consigo mismo y con las fuerzas que le quedaban, como si la etapa se hubiera transformado en una interminable contrarreloj cuesta arriba. Un espectáculo inolvidable en el marco severo de los Alpes Cotianos: la única pareja que procedía pedaleando en pie de igualdad, uno cuidando al otro, eran ellos, los dos hasta ahora reconocidos maestros del Giro: Nibali y Roglic. El Tiburón lo intentó, pero el ex saltador de esquí ya estaba allí a su lado después de cien metros, luego fue el esloveno quien organizó una especie de batido de Froome y el italiano estaba listo para agarrarlo de nuevo en poco tiempo. Juntos, uno al lado del otro, hasta la meta, como desinteresados de lo que hacían los demás. Al final un partido absolutamente igualado con los dos grandes nombres cruzando la línea de meta, Roglic séptimo y Nibali octavo, con el mismo tiempo a 2'57” de Zakarin.
El día del relanzamiento de Zakarin y Landa y la tregua armada entre Roglic y Nibali marcaron la rendición definitiva de Simon Yates. El británico perdió enseguida las ruedas de los mejores, llegando a meta con 5 minutos de retraso por parte de Zakarin, también precedido por Jan Polanc –15º a 4'39”–, todavía con el maillot rosa aunque con una ventaja de casi la mitad sobre Roglic. Se ha abierto un abismo en su clasificación, 17º a 8'14” del maillot rosa esloveno, con una diferencia que se eleva a casi 6 minutos respecto a Roglic. Para el británico, que había llegado al Giro con la intención de completar el trabajo realizado el año pasado cuando lo perdió tras dominarlo en las dos primeras semanas, la etapa Ceresole supuso un terrible golpe para la moral. Mikel Nieve, que se había sumado a la fuga de Zakarin y sus compañeros para ser un útil punto de apoyo ante un ataque de su capitán, lo esperó largo tiempo y en vano.
Al final, cuando el plan de Mitchellson-Scott fracasó, se consoló intentando ganar la etapa. No lo logró pero terminó segundo a 35” de Zakarin. Otro perdedor, pero sobre todo por mala suerte, fue Miguel Ángel López, que figuraba entre los grandes favoritos para ganar en la cima del Lago Serrù. En plena subida, el colombiano, cuando estaba junto a Nibali y Roglic, tuvo un desafortunado salto en cadena. Habiendo puesto un pie en el suelo, tuvo que esperar bastante para el cambio de bicicleta. Se recuperó bien decidido en la persecución que parecía triunfar pero en el momento decisivo le faltó fuerza finalizando 11º a 4'19” de Zakarin y perdiendo otro 1'22' de Roglic y Nibali. Su clasificación volvió a complicarse: décimo a 7'48” de Polanc. Pero aún quedan muchas montañas por escalar. Ya hoy queda una etapa corta pero repleta de subidas con la temida San Carlo antes del clavado en Courmayeur. López, aunque decepcionado por la llegada de ayer, promete nuevas batallas. No así Simon Yates que prácticamente "renunció" al Giro el mismo día que su premier, Teresa May, ella renunció bajo la dirección del gobierno británico.