Paraíso perdido. Y esta vez no hablamos del Jardín del Edén ni de los pecados del hombre, sino, mucho más prosaicamente, de paraísos fiscales. Las Islas Caimán, un pequeño archipiélago caribeño (pero territorio británico) al sur de Cuba, conocido en todo el mundo por la absoluta inaccesibilidad de sus cuentas mucho más que por las playas, estaría en realidad marchando rápidamente hacia una nueva y mayor transparencia sobre los fondos de cobertura, abriendo controles a las miles de empresas y fondos de cobertura domiciliados en la isla.
Un punto de inflexión histórico que se produce el día en que el Tesoro estadounidense incluyó en las nuevas normas contra la evasión fiscal la obligación, a nivel mundial, de que los bancos notificar al Servicio de Rentas Internas de la actividad de las cuentas de ciudadanos estadounidenses, y la propuesta de crear una base de datos de fondos domiciliados en las Islas Caimán y sus administradores, cuya capacidad como fideicomisarios de inversionistas ahora se examinará minuciosamente.
“Un importante paso adelante”, lo definió Peter Heaps, director general de Carne, empresa que proporciona directores y administradores de fondos en las Islas Caimán. Una decisión, ésta, que asienta sus cimientos en la búsqueda de una mejor reputación por parte de las Islas, afante la presión política de Europa y Estados Unidos, y sus críticas a los requisitos de información prácticamente inexistentes de las islas sobre las empresas y los fondos de cobertura.
Pero aún más importante, en la dinámica que condujo al avance de la transparencia, al menos según el Fincancial Times, estuvieron las presiones de los inversionistas en fondos de cobertura, que por el momento no pueden verificar tampoco la forma en que invierten los fondos de cobertura en las Islas Caimán. su dinero ni, mucho menos, pueden ejercer ningún tipo de control sobre los administradores domiciliados en la isla.
