Fuentes del Palazzo Chigi, a propósito de algunas reconstrucciones de prensa, subrayan que no hay negociación en curso, ni "secreta ni pública", con Europa sobre la deuda de Italia (además de las cuestiones de flexibilidad con el BCE y sobre los sillones en Bruselas) ni cualquier plan para reducir la deuda. Nuevamente, según fuentes gubernamentales, Italia hará su parte, como ha reiterado repetidamente el primer ministro, respetando la restricción del 3% sin aumentar la carga fiscal.
No hay problema de Italia en Europa, reitera Palazzo Chigi: hay un problema en la Eurozona que Italia contribuirá a abordar. Una señal de que el primer ministro pretende pivotar sobre el riesgo de la crisis que afecta a todos los países de la Eurozona, incluida la locomotora alemana, para llegar a una redefinición global de la valoración de las cuentas de los países individuales. Probablemente, más que unos "cambios" concedidos a Italia a modo de descuento por la actual comisión dirigida por Barroso con la mirada severa de Olli Rehn, Roma espera renegociar toda la arquitectura de las cuentas públicas europeas con la nueva comisión, que tras la puesta en marcha de la ley de estabilidad.
