Las sociedades industrializadas del tercer milenio se encuentran encomendadas al cuidado de la ciencia y basan sus decisiones en técnicas de previsión social y económica basadas en la racionalidad. De esta manera, el conocimiento científico se convierte gradualmente en una especie de nueva religión laica, éticamente neutra, justificada por su propio ser y dotada de una validez inmanente que no necesita imperativos éticos trascendentes. Así reza la contraportada del nuevo e interesante folleto de Franco Ferrarotti, el padre de la sociología en Italia.
En la mayoría de los casos, la propia neutralidad -leemos- se convierte en la pantalla tras la que se oculta el divorcio entre la ciencia -demasiado inclinada a olvidar que no es más que una empresa humana- y la conciencia. Para reconciliar el desencuentro es necesario comprender que el futuro no depende del simple desarrollo, sino de la capacidad de evaluación crítica global, es decir, de una cultura integrada en la que la ciencia redescubra su función respecto del sentido del hombre sin pretender para agotarlo.
Franco Ferrarotti, profesor ememo de Sociología en la Universidad La Sapienza de Roma, director de la revista La Critica sociologica, miembro independiente del Parlamento italiano de 1958 a 1963, fue entre 1948 y 1960 uno de los más estrechos colaboradores de Adriano Olivetti. Galardonado con el Premio a la Trayectoria por la Accademia Nazionale dei Lincei en 2001 y nombrado Caballero de la Gran Cruz al Mérito de la República por el presidente Ciampi en 2005, publicó La Religione Dissacrante para EDB. Conciencia y utopía en tiempos de crisis (2013), Revolución y trascendencia (2013) y La utopía concreta de Adriano 0livetti (2014).