Londres está llamando. Y Pekín responde. La llamada entrante del Reino Unido es una petición de ayuda: los jóvenes, los chinos, deberían echar una mano a los mayores, los británicos, para renovar un sector bastante delicado: la energía nuclear.
El gobierno británico permitirá que las empresas chinas compren acciones en plantas de energía nuclear. En realidad, Downing Street podría permitir a los orientales convertirse en accionistas mayoritarios, al menos según declaró el ministro de Finanzas, George Osborne, durante un viaje a China para atraer nuevos inversores.
Osborne hizo el anuncio mientras visitaba una instalación nuclear en el sur de la República Popular. El eje atómico Londres-Beijing sin precedentes podría traer a Gran Bretaña, y por la puerta grande, a la industria nuclear china, que está creciendo rápidamente y que sería vista como una panacea para los planes de expansión nuclear británicos.
Según un acuerdo entre los dos países firmado esta semana, empresas británicas, como International Nuclear Services pero también Rolls-Royce, podrían adquirir un mayor protagonismo en los planes nucleares chinos.
El gobierno británico lleva tiempo intentando adelantar planes para construir una nueva central eléctrica en los próximos veinte años, pero el proyecto ha sido objeto de negociaciones entre el ejecutivo y EDF, el gigante francés que debería montar y gestionar la planta.
Y mientras se acumulan los retrasos en el cronograma de Londres, China se mueve ágilmente con un plan bastante ambicioso: no una, sino docenas de nuevas plantas en los próximos años.
