Sentencia anunciada. El Milan no participará en la próxima Europa League, tal y como se esperaba. No es que hubiera muchas esperanzas, pero en cierto momento los rossoneri casi habían vuelto a tener esperanzas. Entonces, desde Parma y Florencia, llegó la noticia que todos esperaban y el sueño europeo volvió a estar en el cajón. El sexto lugar, por tanto, es para los ducales, que superaron al Livorno gracias al doblete de Amauri, mientras que el Torino se quedó en el poste gracias a un penalti fallado por Cerci justo al final del partido.
Nada que hacer el Milan, de hecho ya fuera de juego tras la derrota en Bérgamo, pese a la victoria sobre el Sassuolo firmada por Muntari y De Jong. Y ahora más que nunca la atención se centra en Clarence Seedorf y su banco tambaleante.
“A finales de mes, el club anunciará lo que ha decidido – explicó el holandés en la rueda de prensa. – Ya sé cuándo conoceré a Galliani, solo puedo decir que he enfrentado las dificultades constructivamente, como siempre. No me perdí y mantuve mi integridad moral y mis valores, respetando a todos. Tengo mucha ilusión, sin ella el equipo no hubiera conseguido estos resultados".
Sí, porque al final de la temporada podemos hacer un balance de la experiencia de Seedorf como entrenador. Que pudo haber sido una quiebra en cuanto a relaciones, corporativas y en el vestuario, pero más que buena en cuanto a resultados. Los 35 puntos conseguidos en 19 partidos sitúan al holandés sólo por detrás de Conte y García: como diciendo que el Milan, en un partido de proyección (imposible de probar, claro) habría llegado a la Champions League con un partido de ida como este.
“Es un buen comienzo para el futuro – continuó Seedorf. – El equipo ha encontrado seguridad, autoestima y convicción, los resultados muestran que el grupo está unido. Pero el mérito de esta segunda vuelta no es mío, sino de los chicos porque ellos fueron los que entrenaron bien y empujaron siempre”.
Palabras importantes, corolario de un final de temporada anómalo como nunca antes. De hecho, pocas veces se había visto a un técnico tan en la balanza (por no decir ya despedido) tras unos resultados más que positivos, subrayados por los numerosos cánticos en San Siro contra el holandés. De hecho, el Milan, aunque octavo y fuera de Europa, cerró el campeonato con el aplauso de su afición, vitoreada, aunque sea mínimamente, por la victoria sobre el Sassuolo.
Gracias a Muntari, capaz de desbloquear el impasse a los dos minutos con un bonito disparo desde fuera ya De Jong, bueno y afortunado al sacar una falta y encontrar el desvío (decisivo) de Zaza. El mismo delantero entonces, con el tiempo prácticamente agotado, encontró el 2-1 definitivo de penalti, provocado por una entrada de De Sciglio (expulsado, como Paolo Cannavaro) sobre Sansone.
La última emoción de una temporada mucho más negra que roja. Por lo tanto, comenzaremos de nuevo sin Europa, por primera vez en 15 años. Entonces Seedorf no estaba allí, ¿las cosas volverán a suceder en dos meses?