La temporada 2018-19 de la NBA arranca con muchas novedades e incógnitas, pero mientras tanto con dos certezas. La primera es que después cuatro temporadas seguidas marcadas por el duopolio Golden State Warriors – Cleveland Cavaliers (único caso en la historia de una final repetida cuatro veces consecutivas), este año podemos descartar con seguridad un aniversario más. Si los Warriors, fortalecidos aún más por la compra de DeMarcus Cousins, en el papel uno de los centros más fuertes de la liga, ciertamente pueden aspirar al cuarto título en cinco años, los Cavaliers podrían incluso tener problemas para clasificarse para los playoffs. El motivo radica precisamente en la segunda certeza del campeonato NBA que arranca esta noche: todas las luces están encendidas nueva aventura de LeBron James, que dejó a sus Cavs para aterrizar por primera vez en su carrera en la Conferencia Oeste (históricamente considerada de mayor nivel que la Este, donde los Predestinados de Akron dominaron al llegar a 8 finales en las últimas 8 temporadas con Miami y Cleveland) para vestir la gloriosa amarilla -Camiseta morada de Los Ángeles Lakers.
La mudanza de James a California fue el golpe del siglo: ciertamente para él, ya que ha firmado un contrato de 4 años que le hará ganar $1 por segundo ($154 millones netos durante el período de cuatro años), sino también para los Lakers, que cayeron en desgracia tras el adiós de Kobe Bryant y con muchas ganas de volver a ser competitivos lo antes posible, gracias a la dirección directiva de la ex estrella Magic Johnson y al técnico y carismático de los mejores pagados del baloncesto. jugador en la historia del máximo campeonato mundial de baloncesto. LeBron encabezará una patrulla de jóvenes emergentes, que difícilmente conseguirán resultados importantes desde el primer año, pero que mientras tanto podrán recuperar el acceso a los playoffs y luego crecer con los años, hasta quién sabe darle el cuarto anillo a El Rey. de su carrera A los jóvenes Ball, Kuzma, Ingram se unirán otros veteranos como Rondo y Stephenson, mientras que el centro titular es el ex Warriors y actual campeón de la NBA Javale McGee.
Aparte de la atención inevitablemente puesta en los Lakers, el que arranca esta noche con dos grandes partidos (GS Warriors-Oklahoma City Thunder y Philadelphia 76ers-Boston Celtics) es una NBA equilibrada, con dos favoritos obligados para la final de principios de junio: por un lado el equipo de la Bahía de San Francisco, favorito para la victoria final y para alargar un ciclo que recuerda cada vez más al de los Chicago Bulls de los 90; por otro, los Boston Celtics, que recuperan a las estrellas Kyrie Irving y Gordon Hayward y pueden contar con uno de los mejores entrenadores de la liga, el joven y brillante Brad Stevens. En el Oeste, sobre el papel, seguramente tendrán la palabra los Houston Rockets, a un paso de la final del año pasado y reforzados aún más con la llegada del eterno incompleto Carmelo Anthony. Con él, James Harden y Chris Paul, habrá muchas soluciones ofensivas.
También vigile a los Utah Jazz, los Clippers de Danilo Gallinari, los Spurs huérfanos de Ginóbili, Parker y Leonard y reiniciando de DeRozan, y los propios Dallas Mavericks, señalaron como la posible sorpresa tras la llegada de la estrella europea Luka Doncic. En el Este los Philadelphia 76ers intentarán fastidiar a los Celtics (inmediatamente el enfrentamiento directo), equipo revelación de la temporada pasada, en el que el otro italiano, Marco Belinelli, había logrado hacerse un hueco como protagonista, volvió a San Antonio donde sin embargo también podría jugar de titular, aprovechando aires de renovación y varias lesiones. No hay que subestimarlo, siempre en el Este, Toronto, que puede jugar la carta de Kawhi Leonard, los Indiana Pacers y los New York Knicks.
El campeonato también se abre con un duelo, muy sentido especialmente en las partes de Portland: Paul Allen murió el lunes 15 de octubre., cofundador de Microsoft con Bill Gates en 1975 y patrocinador de la franquicia Trail Blazers durante 30 años, lo que le llevó a jugar dos finales de la NBA, en 1990 y 1992, además de clasificarse regularmente para los playoffs (23 veces de 30) . Allen, que murió a los 65 años por una recaída de un linfoma que ya había vencido en 2009, tenía una gran pasión por el deporte, que iba más allá del baloncesto: también fue dueño del equipo de fútbol americano Seattle Seahawks, campeón de la NFL en 2013.