Janet Robinson, de 61 años, directora ejecutiva del New York Times desde 2004, dejará el cargo a fines de este mes. Para ella, exmaestra de primaria, la noticia es menos mala de lo que parece, gracias al contrato de consultoría de 4,5 millones de dólares anuales que obtuvo a cambio de su renuncia. Para el diario, sin embargo, es la confirmación de que las cosas, en cuanto a cuentas, siguen yendo mal. Es cierto que la Sra. Robinson ha aumentado la visibilidad y circulación del periódico fuera del área de Nueva York, pero a los Wall Street Dogs les importa poco, dado que el valor de las acciones, bajo su administración, se ha desplomado de 30 a $7,5. A los accionistas tampoco les gustó la tenacidad con la que Robinson trató de defender los trabajos de los 1150 periodistas del Times, cortando cabezas donde era más fácil, por ejemplo, en periódicos más pequeños que pertenecen al grupo, como el Boston Globe.
De hecho, muchos interpretan la renuncia de Janet Robison como la primera consecuencia real de la decisión, tomada en marzo pasado, de imponer un pago a cualquiera que consulte más de 20 artículos al mes en el sitio web del periódico. Hasta ahora, las notas de prensa que salían del rascacielos de Renzo Piano en la Octava Avenida tendían a un moderado optimismo: había 324 suscriptores entre webs, e-readers y otras ediciones digitales, a los que hay que sumar 100 accesos gratuitos concedidos a través de un acuerdo de patrocinio con Vado. Pero la realidad parece ser otra: muchos de los nuevos suscriptores han recibido acceso gratuito con la suscripción al diario de papel y por tanto son todavía muy pocos los que realmente pagan por los contenidos del New York Times.
En agosto pasado, la compañía se deshizo de un fuerte préstamo de $250 millones a una tasa de interés del 14% otorgado por el magnate mexicano Carlos Slim (quien posee el 8,1 por ciento del NY Times) y continúa reduciéndose vendiendo activos que no tienen nada que ver con editorial, como el equipo de béisbol Boston Red Sox. Pero la esperanza de obtener los recursos necesarios para mantener inalterada la calidad del producto periodístico del mercado online aún no se ha concretado. Ningún periódico generalista ha logrado hasta ahora imponer un pago a sus usuarios en línea y todos esperaban que al menos el mejor periódico del mundo lo lograra. Todavía queda un largo camino por recorrer del papel al digital para los periódicos.