Hoy las autoridades de Washington darán luz verde a una tercera dosis de la vacuna Moderna o Pfizer Biontech (los dos fármacos basados en tecnología m-Rna) para pacientes débiles, es decir, receptores de trasplantes y sujetos aquejados de deficiencias inmunitarias graves, tales como pacientes con cáncer y aquellos que se someten a un tratamiento con esteroides. Mañana también llegará la luz verde Administración de Alimentos y Drigs, respaldada por los resultados de investigaciones, la última de las cuales elaborada por las autoridades canadienses, que, con base en estudios sobre Moderna, confirman la eficacia de una tercera dosis de vacuna en los más débiles. En tanto, tras el OK de la Unión Europea para reconocer un suplemento de precio a las vacunas de las dos empresas, llegó el viernes pasado un nuevo acuerdo multimillonario, esta vez con Australia.
En resumen, todo va bien para los campeones de la guerra anti-Covid, empezando por moderno, el antiguo laboratorio creado hace once años por el científico francés Stephane Barcell, que en pocos meses entró en el círculo de las grandes farmacéuticas. Rápido, demasiado rápido para Geoffrey Meachan, un analista de Bofa-Merryll Lynch, que publicó en línea el lunes por la noche un devastador informe bursátilLlegó, según él, a “citas ridículas”. Eso son 195 millones de dólares, más que Amgen, la joya y pionera de las terapias biotecnológicas que en 40 años ha llegado a capitalizar 130 millones, o Merck, el gigante farmacéutico, que roza los 190 millones.
Nada nuevo bajo los cielos de Wall Street, se podría objetar, citando el ejemplo de Tesla, que ha quemado la competencia de todos los grupos automovilísticos gracias a la adopción de una nueva tecnología. Pero los números enumerados por Meachan sin embargo, son impresionantes. Para justificar el valor de la acción (+544,6% en un año), Moderna debería:
- distribuir entre 1 y 1,5 millones de dosis de vacunas anualmente para 2038;
- desarrollar, con un 100% de éxito, todos los fármacos en investigación, tanto los de la fase 2 como los diez de la fase 1 que aún no han sido probados en humanos.
En definitiva, dos proezas imposibles, pero necesarias para justificar una facturación (30 millones de dólares al año frente a los 7 que recauda hasta ahora la vacuna anti-Covid) en línea con la cotización.
Y así Meachan, aunque durante mucho tiempo ha sido un gran partidario de las terapias desarrolladas por Moderna y Biontech, ha emitido una degradación espeluznante: Lo moderno no vale más que 115 dólares por acción, contra los 450 de la cotización un lunes por la mañana, antes de que estallara la furia de los vendedores.
Dentro de unas horas, ayer el título Moderna sufrió una pérdida del 15% abundante, eso es 30 mil millones de valor de mercado, pronto imitado por Biontech (-13,7%), mientras que el acorazado Pfizer limitó los daños a alrededor del 4%, lo que equivale a unos 10 millones. En definitiva, un buen golpe, unos 60 millones de dólares perdidos en unas horas, lo que es especialmente malo porque cayó tras los fuegos artificiales del pasado viernes, cuando Moderna había conseguido una subida del 17% justificada por los informes bursátiles del acuerdo con Australia por la distribución de la vacuna.
Pero, en retrospectiva, ni siquiera la venta de diez dosis de vacuna por habitante (8 incluyendo canguros y koalas) justificaba semejante salto. Bravo y afortunado, pues, señor Meachan, de agarrar el lado débil de Moderna, desatando las legiones de osos que, frustrados por un año horrible para ellos (véanse los golpes sufridos en Tesla) van a atacar las posiciones más frágiles (incluidas en Ark Fondos de inversión y ETFs gestionados por Catie Woods, la primera fortaleza de la nueva economía en todas sus variantes).
se cierne un nuevo choque multimillonario: por un lado, las terapias basadas en ARN, la nueva frontera en la que centrarse no solo para el Covid, sino también para una larga serie de enfermedades que actualmente son incurables; por otro, la lógica de los números para oponerse a la euforia irracional que yace en el ADN de los mercados financieros. Pero, como corresponde, con un toque de amarillo: es demasiado fácil pensar en el uso de información privilegiada que, entre el viernes y el lunes, podría haber generado una fortuna multimillonaria para personas bien informadas. Las investigaciones de la SEC sin duda ya han comenzado. Tal vez se les ocurra algo, lo más probable es que no.