“La ruptura del euro conducirá a la ruptura de Europa”. Angela Merkel elige tonos apocalípticos para despertar a su mayoría. Dirigiéndose a los miembros de la coalición de gobierno, la canciller alemana invitó a todos a "pensar muy bien las palabras a utilizar para no poner nerviosos a los mercados" de la eurozona.
Tras el último revés electoral que también dejó Berlín en manos de los socialdemócratas del SPD (quinta derrota de los liberaldemócratas en siete consultas administrativas en 2011), Merkel sabe que está obligada a trabajar horas extras. El juego para salvar a Europa de la crisis de la deuda sin desangrar las arcas alemanas está entrelazado con la situación política interna, que parece escurrirse cada día más de las manos de la canciller.
La prueba de fuego llegará el 29 de septiembre, cuando el Parlamento sea llamado a votar sobre la ratificación del plan anticrisis acordado a finales de julio en la sede europea. “Para cada decisión que la coalición tenga que pasar al Bundestag queremos tener una mayoría en base a nuestras fortalezas –reiteró el número uno de Alemania–. Ha sido así en lo que va de año, en cada decisión política europea, y confío en que seguirá siendo así”.
