Comercio internacional bajo la bandera de la liberalización, sí; luz verde a la imparable ola de globalización, por supuesto. Pero no a expensas de una sola de las contrapartes, concretamente de la Unión Europea. Que desde los primeros inicios de la integración, hace más de medio siglo, ha llevado en alto la bandera de la política de libre comercio. Es en esta clave que debe leerse aprobación (535 a favor, 85 en contra, 24 abstenciones), en la sesión final de esta legislatura del Parlamento Europeo en Estrasburgo, normas más estrictas para contener el dumping de terceros países, en primer lugar China.
Aunque comenzó con el objetivo de actualizar legislación que data de 1995, es decir, en los albores de la globalización tal como la conocemos hoy, el camino para definir las nuevas reglas fue muy accidentado y aún no ha terminado. Un camino en el que, una vez más, se enfrentaron el Parlamento Europeo desde diferentes posiciones, es decir, la institución cuyos miembros son elegidos cada cinco años por sufragio universal por todos los ciudadanos de la UE, y el Consejo Europeo, formado por los representantes de los Gobiernos de los 28 Estados miembros. estados Comparación similar a la que se abrió en paralelo sobre el tema de la obligatoriedad de las etiquetas "made in".
Dio la casualidad de que el asunto quedó pendiente. Y el Parlamento de Estrasburgo, en lugar de abandonar un partido importante al final de la legislatura, ha optado por el camino de la votación. Interlocutorio, claro. Pero que, sin embargo, establece ciertas apuestas que no se pueden ignorar cuando, dentro de unos meses, el nuevo Parlamento y el Consejo se verán obligados por los hechos a reabrir el expediente. “Fue decepcionante – comenta el ponente, el sueco Christofer Fjellner, Miembro del Grupo PPE: señaló las divisiones entre los Estados miembros que impidieron la adopción definitiva de la medida antes del final de la legislatura. Pero cuando se abra la próxima, el Consejo aún tendrá que proponer una solución compartida que garantice la confianza en las herramientas de control del dumping y que, al mismo tiempo, no estrangule el comercio internacional en una economía cada vez más globalizada”.
Sobre los méritos, y esperando un compromiso indispensable entre las dos instituciones europeas, las normas recién aprobadas se inspiran en una política que tiende a reforzar la protección de las pequeñas y medianas empresas (que representan más del 90 % del tejido empresarial europeo). Para estas empresas, subraya el informe que acompaña a la medida, el acceso a los instrumentos de defensa comercial de la UE es especialmente difícil debido a la complejidad de los procedimientos y al elevado nivel de gastos a afrontar. Con la consecuencia, añade el informe, de que las empresas europeas más pequeñas se quedan sin posibilidad de defensa frente al dumping implantado por terceros países cada vez más fuertes.
Es por ello que la disposición aprobada propone aranceles más estrictos a las importaciones de bienes favorecidos por políticas de dumping o de subsidios por parte de los países de origen. Deberes que deberían ser aún más pesados, dicen los eurodiputados, cuando los bienes importados se destinen a sectores en los que la presencia de pymes sea especialmente relevante. Las normas autorizadas por la Asamblea de Estrasburgo también prevén la creación de un servicio de asistencia pública para ayudar a las pequeñas y medianas empresas a presentar cualquier denuncia, orientar en los servicios de investigación que puedan ser necesarios y recoger los primeros elementos de prueba en para poder iniciar una investigación antidumping.
Los derechos deberían ser más pesados, según la disposición aprobada en Estrasburgo, incluso en los casos en que se mantenga el nivel de las normas de protección ambiental y el respeto de los derechos de los trabajadores en el país exportador se considera insuficiente a la luz de las garantías establecidas por los convenios internacionales en materia de medio ambiente y trabajo. Por el contrario, de nuevo en opinión de los eurodiputados, los aranceles europeos deberían ser más moderados cuando los bienes importados, a pesar de haber sido subvencionados por el país de producción, “provienen de un estado menos desarrollado” que pretende perseguir objetivos legítimos de desarrollo. Una definición tan vaga que podría abrir la puerta a una distinción entre países "amigos" y "no amigos".
Por último, llama la atención que, al redactar el texto de la ley, el Parlamento se negó a estar de acuerdo con la propuesta original de la Comisión Europea, para evitar imponer el impuesto a las mercancías procedentes de terceros países y ya embarcadas, dar a los importadores y exportadores una período de preaviso de dos semanas antes de la imposición de un derecho antidumping. Pero en opinión de la Asamblea de Estrasburgo esa exención, de haber sido aprobada, “podría haber fomentado el almacenamiento de mercancías sujetas a políticas de dumping en el país de origen” y por tanto poner en peligro el cobro de cualquier impuesto.