Lo que es un agujero en Italia es un abismo en constante expansión en los Estados Unidos. No estamos hablando de geología, sino de la distancia que separa las nóminas del jefe de las de sus subordinados.
Según el Instituto de Política Económica, en EE.UU. un CEO medio gana 295,9 veces más que un empleado normal (los datos se refieren a 2013).
Según el último Anuario de I+D elaborado por el Departamento de Investigación de Mediobanca, en cambio, un trabajador medio de los grandes grupos italianos tendría que trabajar 36 años antes de alcanzar la cantidad recaudada en 2014 solo por los altos directivos de su propia empresa.
En cuanto a la tasa de crecimiento, la remuneración de los directores ejecutivos estadounidenses se disparó un 937 % entre 1978 y 2013, frente al +10,2 % de los trabajadores de rango medio.
El desequilibrio en la distribución de la riqueza ha sido un tema debatido durante años, pero la atención sobre el tema ha aumentado en Estados Unidos y números como los que acabamos de mencionar están llamados a multiplicarse.
La Comisión de Bolsa y Valores (la American Consob) anunció el miércoles que a partir de 2018, las empresas estadounidenses que cotizan en bolsa tendrán que revelar el monto de la diferencia de trato económico entre la alta dirección y los trabajadores ordinarios.
La medida, que fue aprobada por la SEC por mayoría (3-2), formaba parte de la Ley Dodd-Frank finalizada en 2010 para reformar Wall Street. El paquete de medidas destinado a reducir la exposición al riesgo de las empresas para evitar que se repitiera una crisis como la de 2008, quedó en gran medida en letra muerta, sobre todo por la férrea oposición de los republicanos y los lobbies financieros estadounidenses.
“La obligación de transparencia en la remuneración dará información importante a los inversores y otros actores del mercado”, comentó una de las comisionadas de la SEC, la demócrata Kara Stein.
De hecho, la nueva ley dará mayores posibilidades de intervención a los inversores cuando las empresas firmen medidas sobre la retribución de los altos directivos. Hasta ahora, solo los ejemplos más sensacionales han aparecido en las noticias. Por ejemplo cuando, en mayo pasado, muchos accionistas de JP Morgan votaron en contra de la compensación de 20 millones de dólares para el CEO Jamie Dimon.