comparte

Maria Callas y su encanto atemporal

Una voz, una vida para la ópera, la de Maria Callas, todo resumido en una vida que va más allá de un cuento de hadas.

Maria Callas y su encanto atemporal

Corría el año 1965, cuando el 29 de mayo se representó en el Teatro de la Ópera di París la Norma de Bellini, el protagonista absoluto Lupita Callas. Pero el cantante no sonó mucho en 'voz' esa noche, y antes de que se levantara el telón en el cuarto acto, se les dijo a los invitados que el protagonista estaba demasiado cansado y que la noche había terminado. En 1977 murió de un infarto, pero ya se había convertido en la inolvidable Callas. El 16 de octubre de 1977, el Teatro hasta la Scala –donde la soprano había sido intérprete de 181 funciones en 23 roles diferentes– la conmemoró con una serie de iniciativas culturales. En 1979, al museo Carnavalet di París, se montó una exposición con sus recuerdos. Fue uno de sus mejores biógrafos, el crítico John Ardoin, quien publicó dos libros sobre ella: Callas e El legado de Callas. Ardoin no era un admirador de la cantante, tanto que cuando la escuchó en la interpretación de Lucía de Lammermoon de Donizetti, dijo que la suya fue una actuación muy imperfecta. Devolvió los discos, pero no podía olvidar su voz, así que volvió a comprar los discos y escuchó con atención, ya no el sonido, sino el mensaje musical que componía la pieza. Callas dijo sobre sí misma “La gente que me escucha por primera vez no suele gustarle” Callas respondió y agregó “Pero luego siempre logro convencerlos”.

La suya era una voz oscura, resonante y con una especie de vibración magnética, capaz de un efecto obsesivo hasta el punto de no olvidarla jamás. También tenía una gran habilidad para adaptar su voz a cualquier parte. A esta peculiaridad suya, acompañó una presencia escénica igualmente extraordinaria y abundancia de matices dramáticos. El mismo Zeffirelli dijo sobre ella “frente a ella los otros artistas están cantando sillones”. Su realismo escénico y su participación fueron prácticamente totales, un ejemplo llamativo fue su papel de Violetta en la traviata de Verdi, al punto que varias veces el público pensó que la cantante estaba realmente enferma.  Me pregunto qué misteriosa fusión de intelecto imaginativo y fuerza interior se combinó para dar a luz a la "divina Callas" y su leyenda. Su verdadero nombre era Lupita Ana Sofía Cecilia Kalogeropoulus, segunda hija de padres griegos que emigraron a Nueva York poco antes de nacer, era 1923. “Yo era el patito feo, gordo, torpe y sin amigos” ella dijo de sí misma un día. Su pasión comenzó a los tres años, escuchando la pianola familiar ya los ocho años tomó clases de canto. Una vez adolescente, su madre la llevó de regreso a Grecia para inscribirla en el Conservatorio de Atenas. La célebre soprano Elvira de Hidalgo dijo de ella que “era torpe, avergonzada de sí misma y tenía mil complejos excepto por una cosa, su propia voz. Pero también estaba dotada de una fuerte voluntad y una memoria extraordinaria, aprendiendo una melodía después de escucharla una vez. Debutó profesionalmente en la Ópera de Atenas a los 18 años, pero su debut real se produjo en agosto de 1947 en Verona, con la interpretación de gioconda de Ponchielli.  En esos años conoció Juan Battista menegini, un multimillonario que le doblaba la edad y con quien se casó dos años después. Mientras el director de orquesta Tulio Serafín se convirtió en su mentor. Durante su ascenso a la cima de la ópera, perdió 30 kilos y se transformó de un fenómeno vocal en una gran intérprete y una mujer encantadora. Su rostro tenía una cualidad casi hipnótica, y ella fue consciente de ello al punto que usó sus ojos para alcanzar la máxima tensión durante toda la interpretación.  Un día, durante un ensayo de Medea en el Teatro de la Ópera de Dallas, Texas, María Callas se arrodilló en una especie de paroxismo, golpeando el suelo con el puño e invocando a los dioses, un gesto que ningún cantante se atrevería a hacer porque ponía un mucha presión sobre el diafragma. Tuvo el coraje de intentar lo imposible. También se caracterizó por un carácter difícil, a menudo se peleaba con directores y directores. En los últimos años de sus mayores éxitos, lo que más le importaba era su compromiso con su profesión; y detrás de la diva se encontraba una mujer apasionada e impulsiva.

El retiro de los escenarios coincidió con el fracaso del matrimonio con Meneghini y marcó el inicio de la relación con Aristóteles Onassis, vínculo que duró nueve años. La última aparición pública tuvo lugar en 1973-74 en una serie de conciertos que sin embargo revelaron el declive de su voz. La mañana del 16 de septiembre de 1977, después de desayunar en la cama, se sintió mareada y cayó. Se levantó, pero murió de un infarto antes de que llegara el médico.

Comentarios sobre:Maria Callas y su encanto atemporal"

Revisión