Tokio. Las tensas relaciones con China y Corea despiertan el orgullo nacional japonés, los japoneses se sienten rodeados e incomprendidos y, como suele suceder, las franjas extremistas cobran fuerza. El País del Sol Naciente está asistiendo a un resurgimiento de las simpatías nazis, cuya última manifestación fue la concentración que tuvo lugar hace unos días en Ikebukuro, en el distrito de Toshima, una de las zonas más animadas y activas de la capital.
Aparecieron esvásticas junto con eslóganes anticoreanos y antichinos, y el ondear de banderas nacionales, y uno de los asistentes en un momento gritó: "¡Redimiremos el honor del Imperio japonés y la Alemania nazi!".
Estos neonazis dicen estar convencidos de que el trabajo de Hitler fue justificable, si no francamente meritorio, ya que no fue más que un intento de proteger a Alemania de la amenaza que representaban los judíos, al igual que, y este es el paso decisivo, los japoneses de hoy. están tratando de proteger a su país del creciente poder de China y Corea.
Por supuesto, el número de los que profesan tal credo es muy pequeño, pero sería un error descartarlos como fanáticos ignorantes de la historia. “Navegando por Internet”, dice Mitsuharu Akao, profesor de la Universidad de Osaka especializado en cultura judía, “no es difícil toparse con declaraciones hostiles a la presencia de chinos y surcoreanos en Japón. Tampoco es tan infrecuente que se plantee la idea de expulsarlos a todos del territorio japonés, en nombre de la defensa de la identidad japonesa”.
“A medida que China y Corea del Sur han ido adquiriendo importancia en el ámbito de la política y la economía mundial”, prosigue el profesor, “Japón se ha sentido amenazado en las posiciones alcanzadas hasta ese momento y tolera aún con más dificultad las acusaciones que estos países le dirigen por lo que sucedió durante la Segunda Guerra Mundial".
Hay grupos en Internet que niegan que la Masacre de Nanking, perpetrada por el ejército japonés en 1937 contra la gente de esa ciudad china, haya tenido lugar alguna vez. En los mismos sitios también se puede leer que la sangrienta ocupación japonesa de gran parte de Asia no tuvo otro objetivo que liberar a las naciones asiáticas del yugo occidental. Uno de los puntos fuertes de esta línea de pensamiento es que los libros que dan testimonio de las atrocidades del nazismo, como "El diario de Ana Frank", son una falsificación ingeniosamente escrita para desacreditar a Hitler y sus seguidores.
Hace unos meses la editorial Nihonbungeisha Company distribuyó un libro con el desconcertante título "La verdad sobre Hitler que te atrapará tanto que no te dormirás" en 8000 tiendas de una cadena de minimercados. El texto, que -se lee en el prólogo- pretendía arrojar luz sobre lo bueno que había hecho el nazismo, fue retirado del mercado después de un mes, pero debe juzgarse sintomático de las nuevas tendencias que se extienden por todo el país.
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