Es fácil decir "estado". Un trabajo fijo en la administración pública es un objetivo para muchos, pero dependiendo del trabajo realizado, las diferencias salariales pueden variar mucho. Los que más ganan son altos ejecutivos de las agencias tributarias, que se embolsan unos 220 euros al año (un tope que no se puede traspasar por ley). Quien trabaja en la escuela, en cambio -incluido el personal técnico-auxiliar- se lleva a casa 22 euros: exactamente una décima parte de los ejecutivos más acaudalados, pero también mucho menos que la media del resto de funcionarios, que se sitúa entre 30 y 40 euros.
Los números están recogidos en la actualización de salarios estatales de Aran (Agencia Negociadora de las Administraciones Públicas). Según el análisis, basado en datos de la Contaduría General del Estado de 2014, los altos ejecutivos de Hacienda, Aduanas, Bienes del Estado y Monopolios ganan más que sus pares empleados en organismos públicos no económicos, como INPS o Uña (217 mil) o ministerios (178 mil).
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la alta dirección está formada por unos pocos centenares de personas: para 62 jefes de primer nivel de las agencias tributarias hay 52.570 empleados en total.
En cuanto a propio empleados simples, sin embargo, los que más se embolsan son los de autoridades independientes, como Antitrust o Agcom (74 miles de euros), que en el ranking preceden tanto al personal no ejecutivo de Palazzo Chigi (49 mil), tanto -y en gran número- los empleados de regiones, común e ministerios (alrededor de 28 mil).
En cuanto al personal policial no ejecutivo, los trabajadores con ingresos más bajos son i fuego, con algo más de 31 mil euros, mientras las fuerzas armadas hay poco más de 35 y el cuerpo policial en 38.
La situación de la profesores universitarios, cuyo salario medio es de casi 71 euros (pero solo hablamos de plantilla fija).
La clasificación de los salarios de los funcionarios se produce justo cuando el Gobierno está lidiando con la renovación de contratos. En los planes originales había una intervención de 300 millones para aumentar los salarios, pero el Ejecutivo ha prometido que aumentará la dotación en la Ley de Estabilidad de 2017. El resultado final, no obstante, también dependerá de las reglas que se decidan aplicar. .
El principal problema a superar tiene que ver con la ley brunetta. La regla, que data de 2009 y que hasta ahora se ha quedado en el papel (porque debería haber entrado en vigor con la primera ronda contractual posterior a la renovación, que ha estado congelada hasta ahora), obligaría a aplicar el siguiente esquema:
– la mitad del presupuesto de productividad al 25% de los trabajadores estatales con las boletas de calificaciones más altas;
– la otra mitad del presupuesto de productividad a los trabajadores con desempeño estándar promedio, que se encuentra en el 50% de la fuerza laboral total;
– ni siquiera un euro por productividad, sin embargo, para el otro 25% de los trabajadores que se encuentran por debajo de los estándares.
Ahora que se ha reabierto la negociación entre el gobierno y los sindicatos, estas reglas podrían aplicarse. Pero eso no se dice: las hipótesis sobre la mesa son diferentes y la posibilidad de un contrato puente, lo que permitiría utilizar los pocos recursos disponibles para todos, postergando aún la revisión de las reglas.
Además, la superación del mecanismo de los tramos de mérito y la ampliación de las materias para dejarlas en manos de la negociación sindical son cuestiones que el Gobierno pretende abordar con el texto refundido del servicio público implementado por la reforma de Madia, pero el Consejo de Ministros tiene hasta febrero para aprobar el decreto.