Los productores occidentales que esperan un yuan más apreciado y, por lo tanto, menos competitivo pueden estar tranquilos. La carrera alcista de la divisa china está, al menos por este año, superada. La razón está en las cuentas exteriores de China, que han visto disminuir radicalmente el superávit, hasta el punto de incluso ver aparecer algún déficit mensual, aunque no de forma definitiva. Por lo tanto, el gobierno chino tiene armas poderosas para oponerse a las recomendaciones 'interesadas' de los países competidores, que siempre han pedido todo y más: una revaluación masiva del yuan y un cambio en el modelo de crecimiento hacia la expansión de la demanda interna en lugar de hacia las exportaciones.
Los gobiernos occidentales básicamente han obtenido lo que querían. El cambio de modelo de crecimiento está en marcha y se ha producido la revalorización, y es mayor de lo que se desprende del tipo de cambio nominal. La principal medida de competitividad es el tipo de cambio real, que tiene en cuenta la inflación y la dinámica de los costos internos. Por lo tanto, el primer ministro chino, Wen Jiabao, tiene razón cuando observa que la moneda china está llegando a un punto de equilibrio.
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