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La "Mirada": Espejo e instrumento del alma en el arte y en la vida

La "Mirada": Espejo e instrumento del alma en el arte y en la vida

Escribimos en artículos anteriores que el Coronavirus quisiera privarnos de tres aspectos fundamentales de las relaciones entre individuos: la Abrazos, y besos y manos que están apretados. Entonces, de repente, mirando a nuestro alrededor, nos dimos cuenta de que faltaba otro aspecto que es quizás el más importante: la mirada. A todos nos tomó la "distancia social", el tener que tener siempre las manos limpias como al entrar a un quirófano y no nos dábamos cuenta de que las "mascarillas" (quizás definidas en forma diminuta solo porque cubren la mitad de la cara ) nos están quitando las emociones que los ojos por sí solos no son capaces de comunicar. Este objeto, que corre el riesgo de convertirse en el icono de esta época, recorta y sustrae el horizonte de la persona a la que nos enfrentamos exactamente a la mitad. 

La mirada, por tanto, como elemento primordial de las relaciones entre las personas, como primer paso obligado en el camino de la relación, del contacto humano que es ante todo visual y sólo posteriormente puede ser también físico. Se pinta el rostro de una persona en su totalidad, con la contracción o relajación de los músculos faciales que inducen y describen sentimientos, alegrías y miedos. La mirada detalla y expresa el alma, la naturaleza de la propia esencia, encerrando las dos declinaciones temporales de nuestra existencia: el pasado y el presente. 

Nos centramos en la mirada y no en su parte más significativa, los ojos, porque es su totalidad la que es atacada por las "máscaras" que, al menos por ahora, los dejan libres para observar y ser observados. 

¿Cómo podría el arte no captar este pilar de la condición humana? Al igual que en el resto de temas que hemos tratado, todas las artes figurativas han lidiado con esta expresión. En primer lugar, la pintura que, precisamente en los retratos, en las expresiones de los personajes representados, ponía su fortuna en la posibilidad de hacer eterno el rostro del retratado. La fotografía llega a la era moderna, replicable innumerables veces con la magia de su inmediatez, de la posibilidad de cristalizar una expresión en el momento micrométrico en que se manifiesta, a diferencia de la pintura que requiere largos tiempos de exposición. Sólo un ejemplo, total y absoluto: la mirada de la Mona Lisa. ¿Qué más se puede decir no sólo de sus ojos, sino de toda su expresión, del significado enigmático y misterioso de su imagen? ¿Podríamos hablar de los colores, del paisaje que hay detrás? No: sólo y sólo la mirada, de lleno, en el óvalo que encierra su rostro. Me viene a la mente una comparación arriesgada pero quizás efectiva: la fotografía de la joven afgana, Sharbat Gula, inmortalizada por Steve McCurry en 1984. Fue una imagen que impactó a más de mil refiriéndose a la misma circunstancia de guerra y solo de ella. guardará memoria. 

No es menos relevante la mirada religiosa: en primer lugar viene a la mente el Rostro de Jesús representado en la Sábana Santa, símbolo e icono de la presencia terrena del Hijo de Dios y es su mirada encerrada en la Sábana Santa que representa y comunica todo el poder evocador del misterio divino. A partir de entonces, innumerables rostros y miradas de Madonas que sólo en su expresión, en la composición de los ojos y del resto del rostro, concluyen el sentido del amor materno,

La escultura no fue menos y, incluso antes que la pintura, supo transmitir a través de la mirada la plenitud del mensaje que la persona o divinidad representada pretendía comunicar. Piense en las estatuas de los emperadores romanos, en una época en que los ciudadanos comunes no podían entrar en su presencia y, por lo tanto, solo su efigie de mármol o bronce podía ofrecer su autoridad. Hablando de bronces: ciertamente los de Riace completan gran parte de su belleza y fuerza descriptiva en su fisicalidad, en lo primordial de su esencia humana, pero cómo no observar y sorprendernos de su mirada que, afortunadamente, ha permanecido intacta. . Siempre en el tema de las imágenes, podemos recordar que fue precisamente a través de la mirada, aunque de perfil, colocada en una cara de las monedas que la autoridad constituida se representaba y comunicaba. Finalmente, para llegar a la era moderna, nos limitamos a mencionar las miradas escultóricas de Amedeo Modigliani con sus enigmáticas y misteriosas "cabezas" tan universales y trascendentes como pocos han podido representar.

Finalmente, es obligada una referencia a la mirada en el cine. El "primer plano" del actor suele resumir la trama, el guión, de la película. En los ojos, en las expresiones del actor tomadas de cerca y devueltas a la gran pantalla, se concentra y encapsula el alma de la historia. La mirada cinematográfica, mucho menos que la televisiva, es el vehículo de las emociones que se proyectan. Mencionamos solo algunos de los que consideramos más significativos: Marlon Brando en ApocalypseNow, Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca. No podíamos cerrar esta parte sin recordar quién hizo de la mirada su figura narrativa: Stanley Kubrick. Desde 2001 A Space Odyssey hasta The Shining, no serían las mismas películas sin las miradas espaciales de Moonwatcher y las alucinadas de Jack Nicholson.

No, ninguna máscara... no puede ni debe representar este horrible paréntesis de este tiempo.

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