No hay límite para lo peor. El Inter también pierde ante el Sassuolo y se despide, de hecho, en el sexto puesto, última ganancia para entrar en la Europa League. Sólo las matemáticas, de hecho, aún mantienen un pequeño resquicio abierto pero parece poco probable que Milán y Fiorentina puedan desperdiciar la ventaja acumulada, de 4 y 3 puntos respectivamente, a falta de dos jornadas para el final.
Pero sobre todo lo que parece más complicado es que los nerazzurri consigan ganar sus partidos: con el de ayer estamos en 4 derrotas consecutivas, que se convierten en 6 de las últimas 8. Un marcador desastroso, que le costó el banquillo a Pioli y que, con toda probabilidad, dará lugar a una auténtica revolución estival, esta vez con los jugadores como protagonistas.
El 1-2 de ayer con el Sassuolo es sólo el enésimo golpe sordo de una temporada desastrosa, que empezó con ambiciones de Champions (el ingenuo De Boer había hablado incluso del Scudetto) y actualmente se encuentra estancado en la octava plaza. Un resultado inaceptable, "recibido" por una disputa civil pero dura, que tuvo como protagonista a la Curva Nord (dejada vacía durante todo el partido) pero apoyada también por el resto del estadio.
“En este momento hay una situación de gran negatividad que también se siente en la cancha – comentó Vecchi – La disputa está toda ahí, este no es un equipo de octavo lugar y es normal que la afición muestre su decepción. Con Sassuolo, sin embargo, fuimos castigados al primer error, creamos, probamos, jugamos".
Quizás, pero este Inter tiene la consistencia de un helado bajo el sol de agosto. Después de estar cerca del gol en un par de ocasiones, recibió la primera embestida real de los de Di Francesco, también gracias a un error de Murillo que abrió el camino al contragolpe neroverde, que remató Iemmello (36').
El ex delantero del Foggia redoblaba su ventaja al inicio de la segunda parte con un toque con la portería abierta (40', sospecha de fuera de juego), desatando los abucheos de un incrédulo, por no decir asombrado, San Siro en la cara. de tanta pequeñez. El gol de Eder (70') solo dio la ilusión de una remontada, que sin embargo quedó inconclusa. Como el proyecto de Suning, que empezó a devolver al Inter a la Europa que cuenta y en cambio, salvo giros sensacionales, también se quedó fuera de la menor.