Las obligaciones impuestas a los cuatro países (Chipre, Grecia, Irlanda, Portugal) que habían obtenido apoyo financiero de la UE, el BCE y el FMI han causado graves perjuicios a la economía y la protección social, según los eurodiputados. Italia también, junto con los demás estados del sur de Europa, ha pagado y corre el riesgo de pagar el precio de una visión ideológica que no ayuda al crecimiento.
La cuestión no concierne a Italia, se podría objetar al saber que el Parlamento Europeo, con una votación plenaria en Estrasburgo, evaluó positivamente pero no demasiado la intervención de la troika, es decir, de los tres sujetos (Unión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) que han prestado grandes cantidades de fondos a los cuatro países de la Eurozona (Chipre, Grecia, Irlanda y Portugal) que más que los demás en los últimos años han estado al borde de la apnea financiera.
La intervención de la troika ha sido útil, básicamente avalada por los 448 votos a favor (contra 140 no y 27 abstenciones) atribuidos por la Cámara a la resolución sobre la investigación que la comisión parlamentaria de asuntos económicos y monetarios realizó en las cuatro capitales involucradas sobre los efectos resultantes de dichos préstamos en los países de que se trate, así como de las obligaciones asociadas a la operación.
Intervención útil sí, se dice en la resolución aprobada, básicamente porque se evitó lo peor. "Ninguno de los cuatro países en cuestión terminó en bancarrota, por lo que se puede decir que la troika ha logrado el objetivo principal por el que fue cuestionada", subraya Othmar Karas, eurodiputado austriaco del grupo PPE, ponente de la resolución junto con el francés Liem Hoang-Ngoc, del grupo de Socialistas y Demócratas. Pero esta misma resolución también señala que Chipre, Grecia, Irlanda y Portugal han sufrido consecuencias devastadoras: al final de la "cura de los caballos", donde más o menos el empleo se ha derrumbado, la protección social se ha reducido y el nivel de pobreza ha creció. Solo por mencionar algunas cifras, la de los jóvenes en Grecia superó el 50%, en Portugal e Irlanda superó la cuota del 30%, en Chipre estuvo apenas un poco por debajo de este último nivel.
Si todo esto se afirma en la resolución que se puede considerar más favorable a la troika, parece oportuno remitirse también a lo escrito en la otra resolución, presentada por la comisión parlamentaria de empleo y asuntos sociales (ponente el español Alejandro Cercas , del grupo de Socialistas y Demócratas). Esto también fue aprobado por la Cámara (408 sí, 135 no, 27 abstenciones). Como diciendo que un buen número de eurodiputados se han expresado a favor tanto de uno como de otro. Lo que, en pocas palabras, significa que el Parlamento Europeo comparte en gran medida las críticas al trabajo de la troika.
Las instituciones que han formado parte de él -es el estribillo recurrente en los balances críticos- han concedido su apoyo financiero a Estados en dificultad condicionado a la asunción, por parte de cada uno de los países beneficiarios, de obligaciones especialmente severas (desde la reducción del número de recortes en el gasto sanitario, en el importe de las pensiones y de los salarios) que han provocado "daños estructurales" en el tejido económico y el nivel de protección social.
En definitiva, llegados a este punto se comprende mejor por qué el dilema austeridad-crecimiento no atañe únicamente a esos cuatro países que han solicitado ayuda financiera a la troika. Pero puede y debe ser de interés, ¡y cómo! – también Italia. Que, como todos sus vecinos del sur de Europa, ha pagado y quizás corre el riesgo de seguir pagando el precio de políticas macroeconómicas inspiradas en una visión "rigorista" extendida en el norte de Europa por razones culturales e ideológicas, por supuesto, pero también por intereses concretos de los economías de esas tierras.