Adoptó 251 textos legislativos “importantes para el futuro de Europa” y avanzó en 114 iniciativas. Se llegó así a un acuerdo sobre una cantidad de textos legislativos igual a dos veces y media la media de los semestres anteriores. En cifras esenciales, estos son los resultados alcanzados por la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea que en el segundo semestre de 2013 estuvo encabezada por Lituania. "Mi país ha cumplido con éxito la tarea que se le encomendó, demostrando así que merecía la confianza de Europa", afirmó con orgullo la presidenta de la República, Dalia Grybauskaité, frente a los líderes europeos en Bruselas al final de un semestre agotador para los miembros de la gobierno, por unos pocos cientos de funcionarios involucrados y por supuesto por ella misma.
Dalia Grybauskaité fue elegida presidenta de Lituania en 2009 tras haber sido funcionaria ministerial, embajadora, ministra y finalmente, desde 2004 (año de la entrada del país báltico en la Unión Europea) hasta 2009, jefa de planificación económica y presupuesto en la primera Unión Europea Comisión presidida por José Manuel Barroso. Siempre sonriente, esta rubia soltera de 57 años ha sido descrita, como Margaret Thatcher y Angela Merkel, como una "dama de hierro" (y ella, además, también era cinturón negro en kárate).
Habitantes de un territorio que se convirtió en un estado independiente recién en 1990 después de dos siglos de dominación extranjera (primero por la Rusia zarista, luego por la Alemania nazi y finalmente por la Rusia soviética), los lituanos probablemente debieron desarrollar con el tiempo la capacidad de adaptarse a situaciones particularmente situaciones difíciles. Habilidad que, con toda probabilidad, ha alimentado esa predisposición a buscar la mediación imprescindible en la gestión del complejo proceso de formación del derecho europeo. Y por lo tanto dio lugar a las "actuaciones" subrayadas por la Sra. Grybauskaité en su evaluación del final del semestre de la presidencia europea.
“Gracias a nuestro compromiso –dijo el presidente lituano– se han alcanzado acuerdos esenciales para garantizar la seguridad financiera, económica y energética de la Unión Europea. Y se han sentado unos cimientos sólidos para seguir construyendo una Europa abierta, fiable y en crecimiento. Resultado logrado a pesar de una agenda de compromisos más numerosa y onerosa que en el pasado por las crisis internacionales y las permanentes provocaciones de Rusia a lo largo del semestre”.
El resultado más complejo y significativo obtenido por la presidencia lituana, dijeron hoy los ministros del país báltico, fue sin duda la culminación de las negociaciones sobre 59 importantes programas para la ejecución del presupuesto de la UE 2014-2020. Esto significa, añaden los negociadores lituanos, que a partir de los primeros días de enero los 28 estados miembros podrán empezar a utilizar los fondos europeos asignados para los próximos siete años.
Sin duda, la aprobación del presupuesto de siete años puede considerarse la joya de la corona de la actual presidencia lituana. Baste recordar los dramáticos días de finales de octubre caracterizados por el durísimo tira y afloja entre el Consejo Europeo (donde están representados los Estados miembros) y el Parlamento Europeo (expresión de la voluntad de los ciudadanos) por el presupuesto de 2014. Con esta última institución que, en el Pleno de Estrasburgo, rechazó el presupuesto anual y se negó a iniciar el examen del presupuesto septenal si el Consejo no hubiera engordado (no mucho, la verdad) los equilibrios de ambos.
Fue una confrontación dramática que terminó con un compromiso alcanzado también, y quizás sobre todo, gracias a la capacidad de mediación de los ministros lituanos. De modo que el pleno de noviembre del Parlamento Europeo pudo aprobar no solo los dos documentos de programación financiera sino también la reforma de la política agrícola, la nueva política de cohesión, el programa de investigación e innovación Horizonte 2020 y Erasmus+ (última edición de lo que es probablemente el programa europeo más exitoso).
Pero el papel de la presidencia lituana en la definición de expedientes abiertos involucró muchas otras cuestiones importantes. Entre las que destacan, en particular, las relativas a la construcción de la futura unión bancaria. Y luego el mecanismo único para resolver las crisis bancarias (con un calendario un poco diluido, eso sí) y la directiva sobre el sistema de garantía de depósitos.
La presidencia lituana también ha dedicado un esfuerzo especial al tema de la Asociación Oriental, una estrategia que tiene como objetivo reforzar la seguridad al este de las fronteras de la Unión Europea a través de un conjunto de iniciativas de apoyo dirigidas a los países tapón entre la UE y Rusia. Una estrategia dirigida inicialmente a Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania. Pero que, con motivo de la cumbre celebrada en noviembre en Vilnius, la capital de Lituania, registró algunos avances pero también algunos retrocesos (de Bielorrusia, y era evidente, pero también de Ucrania, donde el enfrentamiento entre europeístas y antieuropeos está explotando en las plazas) que se atribuye a presiones no desinteresadas de Moscú.
Por último, en lo que se refiere a la cuestión de la liberalización del comercio internacional, la presidencia lituana toma nota del acuerdo de libre comercio celebrado entre la UE y Canadá en su propio haber. Sin embargo, la iniciada con Estados Unidos se empantanó tras las revelaciones de Snowden sobre el espionaje estadounidense. Mientras que, en lo que a China se refiere, por el momento del lado europeo solo existe la aprobación de un mandato para negociar formas de protección de las inversiones europeas. Y la disputa con Rusia sobre las exportaciones europeas de automóviles, vehículos comerciales y equipos de construcción sigue abierta.