Si una recesión se define por dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, se puede decir con atradius que Francia ha entrado en su segunda recesión en cuatro años tras la caída del PIB del 0,2% en el primer trimestre de este año, seguida de una caída similar en el cuarto trimestre de 2012. De hecho, la demanda interna se mantuvo moderada, dada la estancamiento del consumo y de la inversión fija bruta (-0,9%), como consecuencia de las medidas de consolidación fiscal. Al mismo tiempo, el comercio exterior neto contribuyó negativamente al PIB (-0,2%), dado el aumento simultáneo de las importaciones (+1,3%) y la disminución de las exportaciones (-0,5%).
En este escenario, la confianza del consumidor ha caído considerablemente, en gran parte debido a las débiles perspectivas económicas y las medidas que han disuadido el consumo de los hogares (-0,4%), uno de los estímulos más importantes para el crecimiento económico. Otro factor negativo es el desempleo., aumentó al 10,6%.
En marzo de 2013, la producción industrial disminuyó un 4,2%, mientras que la producción de la construcción cayó un 2,9%. Las previsiones de producción manufacturera de este año se han revisado a la baja (-2,4%, tras una caída del 3,1% en 2012). Para 0,8 se espera un ligero aumento (+2014%). Las empresas manufactureras, afectadas por la desaceleración de la economía interna y de las exportaciones, se encuentran así operando en escenarios preocupantes. Gracias a la caída de la inversión y de la competitividad internacional, la participación francesa en las exportaciones mundiales se ha reducido en un tercio desde 2002. Las incertidumbres sobre la evolución económica futura y los bajos márgenes de beneficio están llevando a muchas empresas francesas a adoptar una actitud muy cautelosa hacia las inversiones. En respuesta a eso, el pasado mes de mayo el gobierno decidió recortar el tipo impositivo sobre plusvalías para inversores a largo plazo, start-ups y empresas familiares, medida que debería conducir a una mejora gradual, con una modesta recuperación a partir de 2014.
Como resultado de la crisis crediticia y las medidas gubernamentales de estímulo, la deuda pública ha aumentado significativamente en los últimos años, pasando del 75 % del PIB en 2009 al 90 % en 2013, a pesar de algunas medidas de austeridad y aumentos de impuestos, mientras que el déficit presupuestario de 2012 se redujo solo en un 4,8 % del PIB, por lo que no alcanzó el objetivo del 4,5 %. Mirando el umbral de déficit de Maastricht, las previsiones hablan de una reducción gradual del déficit del 3,9% para este año al 3,3% para 2014. Aquí, ante la rebaja de S&P tras la de Moody's, para evitar más juicios negativos por parte de todos actores que operan en los mercados financieros, el gobierno francés se ve obligado a abordar el problema del déficit. Y la mejor manera es estimular el crecimiento: la evidencia sugiere que es la baja tasa de crecimiento la que alimenta la deuda y no al revés.
Ante una deuda pública que superará el 90% del PIB en 2013, se necesitan urgentemente más medidas para frenar el gasto público, el más elevado de la eurozona (57% del PIB). En este sentido, el gobierno francés prevé reducir el gasto público en 60 millones de euros para 2017, incluido el recorte de XNUMX millones de euros en asignaciones familiares para los más ricos. Pero él entendió que para revitalizar la competitividad de las empresas también hay que impulsar una reforma del mercado laboral. Así, el pasado mes de enero se llegó a un acuerdo entre los principales sindicatos y la patronal, que facilita a las empresas el despido de trabajadores y así reorganizar su producción durante las recesiones, a cambio de más formación laboral, jornadas parciales y mayor seguridad laboral para los trabajadores de corta duración. -contratos a plazo. Efectivamente, si cualquier reducción en el gasto público se percibe directamente, a través de una caída en la demanda de bienes y servicios, los impuestos más altos tienen un impacto fuertemente negativo en el gasto y la confianza del consumidor. El pasado mes de mayo, la Comisión Europea garantizó a Francia dos años más para reducir su déficit a menos del 3% del PIB, pero al mismo tiempo también invitó al gobierno francés a continuar con las reformas estructurales del mercado laboral y los sistemas de pensiones, como la apertura de mercados cerrados de profesiones y servicios. Una mayor libertad de acción económica y competencia son esenciales para estimular el consumo y el empleo, factores esenciales, tanto a nivel nacional como global, para la competitividad, el crecimiento y la reducción de la deuda, mucho más una austeridad contable como un fin en sí mismo.. Una lección capaz de señalar un camino a seguir, ofreciendo esperanza y credibilidad en el futuro, pero que aún parece lejos de ser escuchada en nuestro país.