Y ahora transición. Qué mejor ocasión que la sentencia de Tarento sobre el ex Ilva para cambiar en profundidad. La mayor siderúrgica de Europa juzgada por los Tribunales por décadas de gravísimos delitos está desde ayer en manos de la política. Más que antes. En unas semanas leeremos los motivos de la sentencia, pero no cabe duda de que este primer pronunciamiento se enmarca dentro del momento en el que es imprescindible construir una relación profundamente nueva entre la industria, el medio ambiente y la salud.
Sin dar muchas vueltas, lo cierto es que en ningún país del mundo se han partido los tres pilares de las sociedades avanzadas. Identificar caminos "pacíficos" no es fácil, aparte de las miles de conferencias, informes, estudios, manifestaciones callejeras. Los efectos de la antigua Ilva en la salud de los ciudadanos de Taranto han sido ignorado por cientos de sujetos pro tempore como gerentes, sindicalistas, políticos, jueces, comentaristas. Cuando se dice que todos son culpables, ningún culpable está falseando la verdad. En este caso, el mal recaería sobre las decenas de víctimas de los gases y escapes mortales. La salud se puede defender sin matar la industria, sino reivindicarla.
La política, por tanto, tiene la responsabilidad primordial de hacerse cargo de todos los pasos futuros. Tiene que hacerlo ahora. Decidir el futuro de'molino de acero. Porque, de nuevo, eso es lo que es. Por todas partes en los Ministerios, en la Región Puglia, en el Municipio de Tarento, en Arpa, en las oficinas políticas y sindicales, en los Comités, involucrados en diversas capacidades en el asunto, hay montañas de documentos (quién cuesta quién sabe). ¿cuánto cuesta?).
Quizá no sea el caso archivarlos definitivamente y empezar de nuevo. No los del poder judicial. Servirán durante muchos años más, quizás incluso para rectificar algunas condenas de primer grado. Pero la parte industrial (léase política) debe reescribirse por completo de forma realista. Italia en este momento está en manos de un gobierno autoritario que quiere aprovechar todas las oportunidades para la transformación sostenible de Europa.
Una ocasión histórica, donde Draghi ha situado la búsqueda de eseequilibrio entre industria, medio ambiente, salud que se dijo. Como en toda actividad compleja, no faltan las críticas, pero en el Palazzo Chigi hay quien sabe escuchar. Y por suerte no vemos más apariciones inútiles y demagógicas. El tiempo es un aliado precioso para rediseñar en Tarento - evidentemente no sólo allí - un modelo de desarrollo donde lay las producciones no son antagónicas a la protección del medio ambiente y la salud.
En el plan de transición ecológica diseñado por el ministro Cingolani, el sitio de Taranto se identifica como un sitio industrial para usar hidrógeno en lugar de otros combustibles fósiles. Un proyecto cautivador, pero no muy rápido, en el que la investigación y la experimentación científica han ocupado el lugar de muchas mentiras decisivas declamadas en el pasado. Las capacidades salen lo antes posible. En definitiva no parece extraño que sea la política la que establezca el nuevo rumbo de la ex Ilva. Es que el país ahora tiene un liderazgo serio.