Hay grandes acontecimientos en la historia sobre los que aún no se ha escrito ni aclarado lo suficiente. Además, como es sabido, sucede que esos mismos hechos pueden repetirse como una tragedia o como una farsa. En el panorama internacional y en la era moderna, uno de ellos es el guerra en vietnam. Un conflicto desatado con motivaciones y razones complejas y no siempre compartidas, a partir del discutido episodio en el Golfo de Tonkin que fue el pretexto formal (luego revelado como un noticias falsas, como se definiría hoy). ¿Era necesaria una guerra? ¿Estados Unidos realmente necesitaba montar un infierno en el sudeste asiático donde cientos de miles de personas han perdido la vida? Para muchos estadounidenses la respuesta es sí, para muchos otros no. Entre los partidarios del conflicto encontramos igual responsabilidad tanto para demócratas como para republicanos, desde John Fitzgerald Kennedy hasta Richard Nixon.
La película de esta semana habla de esto último y de la guerra de Vietnam, El Post de Steven Spielberg. Es una película muy esperada pero absolutamente contemporánea por las innumerables similitudes con lo que está pasando con la presidencia de Donald Trump y con lo sucedido con las recientes guerras en Medio Oriente. Afortunadamente para toda la humanidad, la diferencia esencial es que no hay guerra, aunque sea difícil olvidar las amenazas de apocalipsis adelantadas para enfrentar la amenaza atómica de Corea del Norte.
Para presentar esta película, sería útil poder repasar dos hitos en la historia del cine periodístico que son muy útiles para entender la historia y su contexto. El primero es Cuarto estado, de Orson Welles de 1941, la segunda es Todos los hombres del presidente de Alan J. Pakula de 1972. El primero trata sobre la historia de un magnate editorial que intenta moldear la opinión pública a su gusto, el segundo trata precisamente de las circunstancias que llevaron a la dimisión de Richard Nixon en 1974, tras el escándalo de Watergate.
El Post reconstruye los hechos que dieron el primer golpe duro a su presidencia en 1971 y hace referencia a la publicación que tuvo lugar en el El Correo de Washington de expedientes secretos en poder del Pentágono capaces de demoler toda la retórica justificacionista y desvelar todas las mentiras vertidas por las distintas administraciones sobre el conflicto vietnamita. Steven Spielberg, en las películas que dirigió y produjoSiempre ha destacado su espíritu democrático y atento a los valores de los derechos civiles. En este caso, el director parece haber sentido la urgencia de abordar el tema de la presidencia de Estados Unidos por todas las implicaciones que tiene en el frente de su política interna e internacional.
La película se desarrolla en dos direcciones: la primera se refiere a lo que realmente sucedió desde el momento en que el diario comienza a enfrentarse al problema de publicar o no los documentos secretos sobre la guerra de Vietnam (que terminará esencialmente con la evacuación de EE. embajada de Saigón en 1975) y la segunda se refiere el papel, el peso, la responsabilidad de la prensa frente a las instituciones. El primer aspecto se refiere a una gloriosa y fundamental tradición del oficio de periodista: la investigación, la búsqueda de hechos distintos de las opiniones, la investigación basada en la verificación y control de fuentes. En pocas palabras, estos son los principios fundamentales de un trabajo indispensable para el crecimiento social, político y cultural de un país. En cuanto a la segunda vertiente, la película también nos habla de un sistema de relaciones entre la prensa, los poderes económicos y políticos que no siempre son transparentes.
El énfasis de la historia de la película está en el coraje de los dos protagonistas, Meryl Streep en estado de gracia y Tom Hanks en una de sus mejores actuaciones (candidatos al Oscar), al decidir publicar los documentos de alto secreto que involucran a todos los líderes políticos y militares estadounidenses en la conducción de la guerra "... 70% útil solo para salvaguardar la reputación". El valor absoluto de la libertad de expresión, garantizado en las Constituciones de la mayoría de los países democráticos, debería por sí solo ser suficiente para enfrentar el poder de los que gobiernan respecto de los gobernados y, en esta clave, la historia de Papeles del Pentágono encontrar su solución. Pero la historia continúa de otra forma y la película termina donde, precisamente, la parábola de Nixon comienza su declive.
El Post merece atención no sólo por las cualidades que emanan de la contrastada y siempre eficaz dirección de Steven Spielberg, sino también porque nos lleva a reflexionar en profundidad sobre nuestro tiempo, sobre la delicadeza y fragilidad de los sistemas políticos y sociales donde la verdad no siempre es el centro de la atención del gobierno. Cualquiera que haya estado, aunque solo sea marginalmente, cerca o familiarizado con la profesión de periodista puede comprender cuán gratificante profesionalmente puede ser escribir un artículo principalmente útil para que los lectores comprendan los hechos, sepan cómo son las cosas en realidad y, finalmente, decidir cuál es la propia opinión. Esta película, en algunos aspectos, cuenta esta lección. Lástima, sin embargo, que a menudo se olvida fácilmente.