Ahora o nunca. Esta es la noche que nos dirá si la Juventus, después de dominar Italia a lo largo y ancho, está preparada para dar un salto cualitativo también en Europa. El escenario no será el de la Champions League, pero la semifinal contra el Benfica cuenta, y cómo cuenta. Hay una copa importante en juego, que se hace aún más apetecible con la final en casa que se jugará en el Estadio el 14 de mayo. Y luego necesitamos silenciar las críticas y las polémicas, que también persiguen a la Señora en el ámbito internacional. La prensa portuguesa, fomentada por el vicepresidente del Benfica, Silvio Cerran, está convencida de ello: la UEFA estaría dispuesta a favorecer a la Juve.
“Me temo que este es el caso de los intereses comerciales – atacó el directivo lusitano. – Espero que el partido no se vea influenciado por ningún factor externo”. Antonio Conte prefirió no contestar, pero lo de Cerran suena a cháchara de bar, por usar una expresión querida por el técnico juventino. De hecho, si alguien tuviera que quejarse sería la Juve, que se enfrentará a Pérez a pesar del empujón dado a Chiellini. Sin embargo, de nada sirve dejarse llevar por la vorágine de la polémica, más vale concentrarse en la cancha y en una posible, pero nada obvia, remontada. El 2-1 de la ida permitirá al Benfica jugar al contraataque, aunque Jorge Jesús ha garantizado que no será así.
“No cambiaremos nuestra forma de jugar – explicó el técnico portugués. – Tenemos jugadores que nos permiten jugar un juego ofensivo, y ciertamente no tememos el ambiente en el estadio". Sin embargo, estará en llamas como solo en las grandes noches, tal y como pidió Conte en la víspera. “Tengo mucha confianza, nuestro estadio morirá fuerte y saldrá al campo con nosotros”, el discurso del entrenador. – No conocemos la palabra miedo, no forma parte de nuestro vocabulario. Respetamos al Benfica, pero merecimos estar en semifinales. El resultado de la ida fue mentira, principalmente intentaron reiniciar y esta vez tendremos que intentar bloquearlos”.
Ni que decir tiene que nadie quiere pensar en el Atalanta y en la probable celebración del Scudetto: aquí hay una final europea en juego, algo que no se veía en Turín desde 2003. El atletismo de todos. Por eso Barzagli debería partir desde el banquillo gracias a Cáceres, que definitivamente está en mejor forma. El uruguayo completará así la cartera junto a Bonucci y Chiellini, en un intento de evitarle problemas al capitán Buffon.
En el centro del campo se esperaba la confirmación de Lichtsteiner, Pirlo, Pogba y Asamoah, algo menos la vuelta desde el primer minuto de Vidal, que sin embargo parece haber ganado la segunda vuelta con Marchisio. En ataque, espacio para los muy titulares Llorente y Tevez, pese a que este último está advertido y por tanto con riesgo de descalificación para la eventual final (los otros son Bonucci y Marchisio). El Benfica de Jorge Jesus responderá con el habitual 4-3-3 con Artur en la portería, Maxi Pereira, Luisao, Garay y Siqueira en defensa, Markovic, Pérez y Gaitán en el centro del campo, Sulejmani, Cardozo y Rodrigo en ataque.