El paciente está grave, pero puede recuperarse. La receta es un impuesto único del 10% sobre la riqueza financiera del 10% más rico de la población que se implementará en cuatro años, de 2014 a 2017. Esta terapia de choque para la economía italiana es propuesta por el presidente de Nomisma Pietro Modiano y el economista jefe de la consultora Sergio De Nardis, en el editorial del boletín de diciembre divulgado hoy.
La estimación de Nomisma es que “la riqueza líquida de los hogares italianos, neta de activos reales, bonos del gobierno y participaciones en sociedades, es de aproximadamente 2.400 billones. Además, se puede estimar que el 47,5% de esta cantidad, o 1.130 billones, es propiedad del 10% más rico de las familias italianas”.
El gravamen no afectaría a los pequeños ahorradores y sus bonos del Estado, sino a las cuentas corrientes millonarias y a las grandes participaciones accionariales y dejaría para las arcas del Estado unos ingresos de unos 113 millones de euros. En otras palabras: 7% del PIB italiano. Me detengo, por tanto, en un balance calibrado sobre un número reducido de privilegiados, en virtud del cual “el presupuesto público podría proporcionar un estímulo equivalente durante un período de cuatro años a la economía, modificando su senda de crecimiento. Los efectos positivos sobre el PIB se derivarían del hecho de que la transferencia de recursos a los hogares y empresas desfavorecidos estimularía aumentos en la demanda interna y externa” que son mucho mayores que cualquier contracción del consumo que enfrentarían los muy ricos.
Tal maniobra, dividida en cuatro cuotas anuales de 28 millones cada una, a partir de 2014, llevaría en cinco años, en 2018, a un PIB superior en torno al 4,5% respecto al nivel de un escenario base, con un crecimiento anual de 2,1 % contra el del 1,2% actualmente en la cuenta. “El mayor crecimiento de la economía -añade Nomisma- se traduciría en una ratio deuda/PIB en 2018 inferior en unos cinco puntos porcentuales”.
Por otro lado, el equilibrio social y la competitividad son necesarios para hacer girar el motor de la economía, pero hoy estos recursos son escasos. Las familias en pobreza absoluta - escribe Nomisma - es decir, por debajo del umbral del gasto necesario para bienes y servicios esenciales, son 1,7 millones, el 6,8% de las familias italianas y han crecido en 569.000 unidades en los últimos dos años. Los pobres aumentan, en términos porcentuales, sobre todo en el Norte, lo que demuestra el impacto que la recesión tiene en el nivel de vida de las personas más expuestas a la caída de las actividades productivas en la parte fuerte del país.
“El Gobierno -subrayan Modiano y De Nardis- se ha movido de manera importante para introducir, de forma experimental, una herramienta universal para la lucha contra la pobreza también en Italia, el único país europeo, con Grecia, que no tiene una. . Sin embargo, la falta de recursos económicos limita la intervención, se verán afectadas unas 400.000 personas, el 8% de la audiencia potencial. Además, la fase de prueba tendrá una duración de un año, sin más perspectivas de futuro, quedando la lucha contra la pobreza en un estadio experimental”.
Sin embargo, en el frente de la competitividad, Italia participa inevitablemente en el reequilibrio competitivo intraeuro. “Este proceso -subrayan los investigadores- se coloca exclusivamente a expensas de los países con déficit en cuenta corriente, que deben realizarlo, en ausencia de tipo de cambio, comprimiendo la demanda interna y operando devaluaciones internas, abatiendo la dinámica de precios y costes de producción inferiores a los de Alemania. Esto conduce al desempleo para debilitar los salarios y una reducción del empleo en más de la producción. Dado que el mecanismo europeo prevé que todas las economías de la zona participen simultáneamente en la recuperación, Italia se involucra en el proceso de cualquier manera, so pena de perder terreno frente a sus socios del euro. Es un camino que lleva a unas condiciones sociales más pesadas: la mejora competitiva en España, con la triplicación del paro hasta el 26,5%, es un ejemplo de ello”. En definitiva, un aporte solidario al país de parte de quienes puedan brindarlo parece el camino adecuado para volver a poner en marcha la locomotora, un terreno fértil para hacer florecer nuevamente nuestra economía.