El Papa Francisco, citando un pasaje evangélico, “toma el látigo en la mano para purificar el Templo de los empresarios”. No más iglesias con listas de precios para bautizos y bendiciones, no más pedir dinero para misas, no más iglesias en alquiler: “Estoy pensando en el escándalo que le podemos causar a la gente con nuestra actitud, con nuestros hábitos no sacerdotales en el Templo: el escándalo del comercio, el escándalo de la mundanalidad. Y la gente se escandaliza”.
Un mensaje claro y sencillo, el que pronunció durante la homilía de la mañana el Papa, según el cual “la redención es (y debe ser) gratuita”, para evitar el pecado y evitar, sobre todo, el alejamiento de los fieles de la Iglesia. El Papa contó también una anécdota que le sucedió durante su juventud, en Argentina, cuando una pareja de novios que querían casarse con misa, por recomendación del consejo, se vieron obligados a pagar dos turnos.
“Sabemos lo que dice Jesús a los que escandalizan: mejor ser arrojados al mar”. Y otra vez: “No se puede servir a dos señores: o adoráis al Dios vivo, o adoráis el dinero, el dinero. Pero, ¿por qué Jesús está enojado con el dinero? Porque la redención es gratuita; la gratuidad de Dios viene a traernos, la gratuidad total del amor de Dios", porque el Templo debe mantenerse limpio: "Hay dos cosas que el pueblo de Dios no puede perdonar: un sacerdote apegado al dinero y un sacerdote que maltrata a la gente ".