A menudo hemos discutido la cuarta revolución industrial comenzó a finales de los 90 con la introducción de Internet, para continuar con la robótica y, más recientemente, con la inteligencia artificial.
Internet, de hecho, ha revolucionado nuestras vidas: en las economías avanzadas estamos casi todos conectados y se estima que en los próximos diez años, más de dos mil millones de personas en economías emergentes se conectarán. Además, cada vez más, quizás sin darnos cuenta, compramos productos digitales (aplicaciones, música, películas, etc.), con el efecto de acortar drásticamente las cadenas de distribución y reproducir grandes cantidades de datos.
Pero, si la conexión a Internet ya es alta para los individuos, todavía no lo es para los objetos que nos rodean y que, cada vez más, se conectarán produciendo datos a su vez. Este paso adicional tendrá innumerables aplicaciones desde la industria hasta la gestión de la ciudad (las llamadas Smart Cities donde, por ejemplo, cada aparcamiento dispondrá de un sensor para indicar las plazas libres), domótica, etc.
El cambio generacional impulsará aún más el consumo de datos. Por ejemplo, en Asia i Los millennials representan el 30% de la población, pero constituyen el 60 % de la comunidad en línea y el 75 % de los usuarios de comercio electrónico.
La industria financiera también avanza cada vez más hacia lo digital, para reducir los costes de las actividades de menor valor añadido y ofrecer un acceso más rápido, personalizado e inmediato a los clientes. El cambio hacia lo digital en el sector financiero es visible en casi todos los canales operativos (pagos, inversiones, seguros, préstamos), pero es el canal de pago que ha sufrido la mayor revolución. Avanzar hacia los pagos digitales no solo conduce a una mayor velocidad y seguridad de las transacciones, sino también a un fuerte aumento en el volumen de datos que se pueden analizar y utilizar para mejorar los servicios y las ofertas.
La consecuencia de todos estos avances será un crecimiento exponencial en la cantidad de datos digitales, que se espera supere los 44 zettabytes para 2020. Para aquellos menos familiarizados con estas medidas, esto representa un aumento de más de 50 veces desde el nivel de 2010 ( fuente: IDC). Además, la recuperación de las inversiones de las empresas también debería impulsar la facturación de las empresas activas en la gestión de datos digitales. El mercado está atento al fenómeno: Las empresas cotizadas activas en la gestión de datos han tenido un buen desempeño en los últimos años y esperamos un fuerte crecimiento de las ganancias y una posible aceleración de las fusiones y adquisiciones en los próximos meses.
Por lo tanto, desde una perspectiva de inversión, el tema de los datos digitales seguramente ofrecerá oportunidades de crecimiento a largo plazo. Sin embargo, en un universo que estará cada vez más sujeto a regulación (incluso en materia de privacidad), es fundamental mantener una amplia diversificación y evitar concentraciones excesivas en operadores individuales que podrían encontrarse desprevenidos por un cambio en las regulaciones.