Tras la indiscutible victoria de Salvini en Elecciones europeas, la atención de todos los comentaristas políticos se centra en las jugadas tácticas del vencedor y en las dificultades del vencido Di Maio, para tratar de entender si el gobierno verdeamarillo puede seguir en pie. Son análisis basados en tácticas de alineamiento o en cuestiones de poder personal. Pocos se explayan sobre el contenido de las propuestas presentadas por el líder de la Liga y las señaladas calladamente por los grillini que entraron en confusión tras el revés electoral. Y nadie parece preguntarse si la receta económica indicada por Salvini es la adecuada para Italia, es decir, si es capaz de sacar al país del estancamiento y crear verdaderamente nuevos puestos de trabajo.
El líder de la Liga pidió perentoriamente a sus aliados gubernamentales que aprobaran cuatro disposiciones clave de su programa: autonomía regional, el decreto de seguridad, el TAV y el IETU. A este menú los grillini suman el salario mínimo y ayudas a familias con niños. Las medidas más políticas como el decreto de seguridad y la autonomía regional plantean serias dudas tanto de carácter constitucional como de eficacia. Pero son sobre todo los de carácter económico los que corren el riesgo de agravar la crisis de nuestra economía. Y no se trata sólo de implementar la amenaza de Salvini de ignorar los llamados de Bruselas sobre nuestra deuda, sino de considerar seriamente la reacción de los mercados, es decir, de los ahorradores, ante la incertidumbre sobre la capacidad de Italia para pagar sus deudas.
Eso sí, Salvini ganó las elecciones prometiendo una rebaja de impuestos para todos, así como por supuesto la expulsión de los extranjeros invasores y la tranquilidad de poder jubilarse cuanto antes. Pero para cumplir estas promesas, el líder de la Liga necesariamente tendrá que rechazar los recursos de Bruselas sobre el nivel de déficit y deuda, lo que correría el riesgo de poner en riesgo toda la construcción europea con graves repercusiones, en caso de incumplimiento, también en otros países.
Los cálculos se hacen rápido: harían falta unos 30 millones para desactivar la subida del IVA y financiar los gastos ya decididos. El impuesto único por sí solo podría costar alrededor de 15 mil millones. Así también considerando otras medidas menores podríamos llegar a un requerimiento para el próximo año de entre 40 y 50 mil millones. Para hacerle frente será necesario poner nuevos impuestos (quizás un activo más o menos pesado), o superando con creces el umbral del 3% del déficit anual y empujando la deuda hasta casi el 140% del PIB. Todo esto sin considerar la reacción de la propagación que ya marcha hacia los 300, cada vez más cerca de la de Grecia, con un efecto depresivo sobre las inversiones empresariales y el consumo de los ciudadanos y por tanto sobre el PIB.
Algún economista improvisado le habrá explicado a Salvini que gastando más en el déficit se relanza el crecimiento económico y por tanto al final eso permitirá recuperarse del mayor déficit y mantener la deuda bajo control. En definitiva, una fórmula mágica que consiste en curar la deuda endeudando más. Una receta que nunca ha funcionado hasta ahora no solo en los tiempos modernos, sino también en la historia, donde muchos "soberanos" han tratado de hacer frente a sus gastos con deudas cada vez mayores. Pero esto siempre ha resultado en quiebra, es decir, en la imposibilidad de devolver el dinero prestado. O se ha utilizado la inflación para devaluar las deudas y segar los ahorros de los ciudadanos.
Muchos analistas políticos se quejan de que el gobierno no está funcionando. En el último mes no se han aprobado medidas significativas tras el decreto de desbloqueo de obras que, además, sigue estancado en el Parlamento. En cambio menos mal que los dos socios de gobierno no se pongan de acuerdo en nada porque en general, cuando se llega a un acuerdo sobre algo, estas son medidas dañinas, ya que entorpecen el funcionamiento de la economía y bloquean el crecimiento, como de hecho sucedió en los últimos meses cuando la primera Lega y las leyes 5 Estrellas empujaron al país a la recesión. , único entre todos los países europeos.
Ahora bien, si Salvini implementara realmente las medidas que tiene en mente, y sobre todo si desafiara abiertamente a Bruselas y los mercados, el riesgo de descarrilar toda la economía italiana sería muy alto, y los efectos serían graves en términos de sacrificios que, de una forma u otra, los ciudadanos italianos estarían llamados a soportar. Sería bueno poder satisfacer inmediatamente todos los deseos de los votantes. Pero lamentablemente, el mundo no funciona de esa manera.
Salvini cree que ganará de todos modos. Si el grillini aprueba todas sus propuestas, su imagen de líder que cumple lo que prometió se verá fortalecida, si en cambio el gobierno fracasara, le sería fácil atribuirle la responsabilidad al aliado rebelde y por ende regresar a las elecciones. Podría así pedir al pueblo una victoria plena para poder gobernar en soledad (a lo sumo con la rueda de repuesto de Meloni) y poder cumplir todos los deseos de los votantes. Un movimiento arriesgado. Si tuviera éxito (y hoy parece posible), la factura deberá ser pagada por los italianos.