Se dieron a conocer los resultados de la reunión del Observatorio Económico celebrada en Roma, en la sede de SACE, para analizar la evolución de la economía italiana durante el primer trimestre de 2012 y elaborar una serie de previsiones para todo el año.
Los datos muestran el estado de recesión de la economía italiana con una contracción estimada del PIB en los tres primeros meses del año igual al 0,6%. Si los datos del primer trimestre son ciertos, las estimaciones sobre la evolución del PIB para todo el año son contradictorias. Esto se debe al dualismo presente actualmente en el sistema industrial italiano; de hecho, los sectores con una alta propensión a exportar deberían registrar una fuerte aceleración a fines de 2012, mientras que los sectores que favorecen el mercado interno verán un empeoramiento de sus resultados.
Las perspectivas para las exportaciones, especialmente para el sector mecánico y electrónico, mejoran constantemente dadas las posibilidades que se abren en relación con la recuperación económica de EE. UU. y Alemania y también con el crecimiento de la demanda de los BRICS.
Por otro lado, perspectivas diametralmente opuestas para la industria alimentaria que, sufriendo la fuerte vinculación con el mercado interior asfixiado, reduce la cantidad (-8% del consumo de alimentos en 2011) y la calidad (el peso de las tiendas de descuento sobre las ventas globales más del duplicado en 5 años) de los productos. Otro sector que lleva más de un lustro en crisis es el de la construcción para el que no se ven signos de recuperación también en relación a la crisis crediticia y la remodulación de impuestos.
Por estas razones, la estimación del PIB para 2012 se sitúa actualmente en -1,4%, pero será necesario esperar hasta la segunda mitad del año para evaluar correctamente la contribución real de los sectores industriales individuales.
Las conclusiones de Alessandra Lanza, presidenta del Business Economists Group, subrayan en efecto la plena indefinibilidad del marco económico también en relación con dos variables: por un lado, la evolución del precio del crudo, influida por la falta de exportaciones y, por otro, el riesgo de una reducción de la demanda exterior como posible consecuencia del contexto postelectoral estadounidense.
