“Hay que rediseñar la progresividad”, porque “este sistema desincentiva el trabajo y la productividad”. Así lo afirmó Emanuele Orsini, vicepresidente de Confindustria de crédito, hacienda y tributación, en audiencia ante las comisiones de Hacienda del Senado y de la Cámara sobre el reforma irpef.
Según Orsini, “con el actual IRPF, un trabajador que intenta ganar un euro extra acaba con unos céntimos en el bolsillo o, al menos, con su situación general empeorando, perdiendo primas y retenciones. Para un trabajador por cuenta ajena, el tipo marginal efectivo por encima de 28 euros es superior al 31% (el tipo legal es del 27%). Entre 35 y 45 euros, la retirada efectiva alcanza el 61% (frente a un tipo legal del 38%)”.
El último porcentaje supera con creces incluso el tipo legal más alto (el del 43%, que se aplica a rentas superiores a 75 mil euros). Evidentemente, ese 61% no representa la carga fiscal general: es decir, no significa que quienes ganen entre 35 y 45 mil euros tengan que pagar 600 euros cada mil a Hacienda: el impacto es sobre la renta marginal, es decir, el adicional, recibido, por ejemplo, como resultado de horas extras o bonificaciones por desempeño. Por lo tanto, este mecanismo representa un desincentivo para aumentar la jornada laboral, ya que reduce la conveniencia económica.
El Irpef italiano “parece haber salido del bisturí del Dr. Frankenstein: partes extrañas e inconsistentes, unidas entre sí solo por el hilo ideal de gravar los ingresos personales – continúa Orsini – Hay demasiadas excepciones al Irpef. Los regímenes de sustitución deben evaluarse uno a uno y los que pretendemos mantener deben al menos estar coordinados con el régimen normal”.
Según el representante de Confindustria, por lo tanto, la prioridad es "regularizar la evolución de las tasas efectivas del Irpef”, aliviando la presión sobre las rentas medias y eliminando los desincentivos a aumentar la renta, en particular por encima de los 28 euros, umbral a partir del cual el modelo actual produce las mayores distorsiones.
"La solución más fácil, en nuestra opinión -explica Orsini- es rediseñar los parámetros del impuesto existente, manteniendo un sistema de tasas y tramos, pero reduciendo la magnitud de los 'saltos' de tasa (en particular entre el segundo y tercer tramo) y aplicando las deducciones decrecientes de forma más lineal respecto de los ingresos (a partir de 28 mil euros)”.
Finalmente, para Confindustria, “hay que salvaguardar las medidas fiscales que fomenten la productividad y el bienestar empresarial. A la luz de estas tendencias, deben quedar claras las razones del énfasis puesto, a lo largo de los años, por Confindustria en la creación de mecanismos de incentivos fiscales también para los empleados: como la reducción de impuestos sobre las bonificaciones por desempeño o la legislación fiscal de los so -llamado bienestar de la empresa. Cualquier intervención de reforma del IRPF no puede obviar la salvaguardia y el refuerzo de estas medidas”.