No hay paz para las finanzas del Vaticano. Un nuevo escándalo embarga al IOR (Instituto para las Obras de Religión), que despidió al Director General Adjunto, Giulio Mattietti, que había sido designado por el Papa Francisco hace dos años y que estaba a cargo de las Tecnologías de la Información: trabajó en el Vaticano durante veinte años. Se le acusa de presuntas "infracciones administrativas" que, sin embargo, no tendrían trascendencia penal.
El nuevo giro sigue al despido del auditor Libero Milone hace unos meses por hipotéticas investigaciones privadas sobre los dicasterios de la Santa Sede.
Mattietti, según algunas reconstrucciones, habría sido escoltado por la gendarmería vaticana más allá de la famosa Porta Sant'Anna pero hasta el momento no se sabe mucho sobre los motivos de su despido.
Lo cierto es que el IOR sigue siendo un mundo opaco, a pesar de los esfuerzos renovadores del papa Francisco, que probablemente pague el conflicto de intereses entre la Secretaría de Estado vaticana y la Secretaría de Economía, todavía guiada a distancia por aquel cardenal Peli. confinado a Australia después de las acusaciones de pedofilia.
Pero las idas y venidas no parecen haber terminado: según rumores fidedignos, el presidente del IOR, Jea-Baptiste de Franssu, ahora también está en la balanza.
