Los grandes grupos italianos avanzan por el camino de la descarbonización. ¿Como? Desvinculándose de las inversiones en empresas de carbón y también alentando a los clientes a producir energía limpia. El último ejemplo es el de Intesa Sanpaolo, que definió la política de limitaciones y criterios de exclusión de las operaciones crediticias del grupo en el sector del carbón. Con esta clara postura, el banco pretende así apoyar a los clientes en su viaje para reducir el uso de carbono (eliminación gradual) para fomentar la producción de energía y la transición hacia alternativas de baja intensidad de carbono, como las fuentes renovables y el gas.
Para volver a los parámetros que Intesa considere correctos, las empresas que quieran ser financiadas tendrán que demostrar que tienen una estrategia documentada a medio/largo plazo de reducción progresiva en el uso del carbón, o solicitar un préstamo directamente correlacionado con los objetivos de transición del carbón, por ejemplo en forma de "préstamo verde", "préstamo sostenible", "préstamo de transición".
La apuesta del banco dirigido por Carlo Messina es una confirmación, dado que Intesa está bien posicionada dentro de los principales índices y clasificaciones de sostenibilidad social y ambiental: es, por ejemplo, el único banco italiano incluido en los índices de sostenibilidad Dow Jones (Mundo y Europa).
Sin embargo, esto solo será el comienzo de un viaje cada vez más exigente, porque el mundo financiero exige cada vez más atención en ESG. es un ejemplo de esto el anuncio de la desinversión del Fondo Soberano de Noruega por 3,3 millones de algunos importantes grupos y utilities que operan en el sector del carbón, e incluso la observación de Enel, una de las utilities más comprometidas con el sector verde, que también ha anunciado una salida total del carbón para 2025.
