Aproximadamente la mitad de las empresas japonesas cree que el gobierno debería empezar a defender el yen, cuya caída actual podría tener graves consecuencias para los precios del combustible y las importaciones. En los últimos dos años, el primer ministro Shinzo Abe ha tratado de apuntalar la economía y curar la deflación con un estímulo monetario masivo que ha llevado a un debilitamiento del yen. La muy esperada tendencia a la baja ahora galopa más rápido de lo esperado: la caída de la moneda japonesa a su nivel más bajo en seis años en 110.09 frente al dólar el pasado 1 de octubre marcó una caída del 8% en tres meses y generó protestas en el mundo de los negocios. En resumen, la medicina de Abe se está convirtiendo en veneno para la industria japonesa.
De hecho, según una encuesta de Reuters, luego de que el yen recuperara terreno en 106, las expectativas de que la Fed de EE. UU. posponga el aumento de la tasa de interés podría generar una nueva debilidad en el yen. La encuesta, realizada entre el 30 de septiembre y el 14 de octubre, muestra que el 45% de las empresas japonesas quiere que Tokio intervenga si el yen se ubica en 110 frente al dólar.
235 de las empresas agradecerían una intervención en 115 y 20% en 120. La investigación involucró a los ejecutivos de 486 empresas con una capitalización superior a mil millones de yenes. La sensibilidad de Japón a un yen débil se volvió particularmente aguda después del desastre casi nuclear de Fukushima en 2011, que le costó al país 3 billones de yenes en cargos adicionales de importación de combustible.