La Ilva de Tarento es a un paso de cerrar. El tira y afloja entre el gobierno y la empresa está degenerando en una verdadera trifulca que ciertamente no favorece la búsqueda de una solución positiva al secular asunto. Sobre la cuestión y más en general sobre la política a implementar para la redención del sur, entrevistamos Claudio De Vincenti, ex subsecretario del Primer Ministro y luego Ministro de Cohesión Territorial y Sur de Italia, no sólo para aclarar las posiciones en la materia, sino también para esbozar, racionalmente, una posible salida positiva a la crisis de esta gran siderúrgica que casi todos los técnicos y políticos creen fundamental para empleo en esa zona y para toda la industria italiana basada, como se sabe, en la mecánica.
Empecemos por el casus belli, es decir, la cuestión del llamado escudo penal que tanta polémica suscita en el gobierno y en el debate público. Hace dos días en el Corriere della Sera el ilustre jurista Giovanni Maria Flick (quien durante cierto tiempo fue considerado no hostil al M5S) aclaraba que tal medida es necesaria porque el art. 51 del Código Penal no es suficiente para proteger a los empresarios que inician un plan de remediación ambiental de acuerdo a lo acordado con el Ministerio del Ambiente, sobre situaciones heredadas de pasadas gestiones. ¿Cómo están las cosas en tu opinión?
“Considerando que no soy jurista, debo recordar que hemos visto en varias empresas que estaban implementando planes de remediación ambiental de acuerdo a las indicaciones acordadas con las autoridades, que los gerentes fueron investigados sobre la base de que la fábrica continuaba contaminar durante un período determinado. Nos encontramos ante una situación como la del apartado 22, un enredo jurídico en el que un empresario, aplicando con rigor las disposiciones señaladas por la Haya (Autorización Ambiental Integrada emitida por el Ministerio), podría igualmente ser perseguido sobre la base de la consideración de que el planta sigue contaminando durante un cierto tiempo. De hecho, la remediación ambiental requiere un cierto período de tiempo y La Haya establece hitos precisos de tiempo e inversión, autorizando a la fábrica a continuar la producción para mantener viva a la empresa, permitirle no perder el mercado y favorecer la continuidad de los puestos de trabajo. Estamos pues ante un conflicto entre dos reglas que hay que resolver con lo que se denomina impropiamente un "escudo penal", pero en realidad se trata de dar certeza del derecho al inversor y sería bueno generalizarlo a todos los operadores, no sólo todos los 'Ilva, que deberían encontrarse en situaciones similares”.
Sin embargo, se acusa a ArcelorMittal de poner excusas, como la de no confirmar el "escudo criminal" para implementar su estrategia de desconexión de Italia que, según algunos, era su verdadera intención desde el principio. Luego están los anuncios sensacionalistas e inesperados como el de los cinco mil despidos o el del plan de cierre de los altos hornos para el 15 de enero, que hizo clamar a sindicatos y políticos por chantajes.
“Antes que nada, aclaremos que en cuanto al cierre de los altos hornos, Mittal está totalmente equivocado. De hecho, aunque sus razones para retirarse fueran válidas, la multinacional franco-india que actualmente tiene arrendada la planta estaría obligada a entregarla a la dirección del comisario tal como la tenía hace aproximadamente un año, es decir, con las plantas en funcionamiento. No sé cuál es la estrategia de Mittal, pero sin embargo en el momento de presentar la oferta, sus técnicos calificaron la planta de Taranto tecnológicamente entre las más avanzadas de Europa y potencialmente capaces de operar de manera eficiente. Luego se sabe que en los últimos meses Mittal ha realizado inversiones para reducir la contaminación, comenzando por la cobertura de los parques minerales que ya se pueden ver en un avanzado estado de ejecución. Además, la compañía ha iniciado la venta de otras plantas en Europa para cumplir con las condiciones que le había puesto la European Antitrust para la adquisición de Ilva. Eso sí, el mercado siderúrgico se ha sumido en una gravísima crisis debido por un lado a la persistencia de la guerra arancelaria entre EEUU y China que ha llevado a China a dirigir parte de su producción a Europa, sorteando incluso los aranceles comunitarios de diversas formas. , y por otro a la crisis de la industria mecánica europea. Pero más aún ante una situación tan difícil, el gobierno debe crear un ambiente de reglas estables y confiables para defender mejor las inversiones de su industria”.
En definitiva, nos encontramos en una maraña en la que todos tenemos una parte de responsabilidad. Y cómo salir de ella sin daños irreparables para el Sur y para toda la industria italiana que sin Taranto tendría que soportar mayores costes e incertidumbre en los suministros, como afirmaba ayer el presidente de Duferco (gran operador siderúrgico) y ex presidente de Federacciai?
“Además del escudo, hay que tener en cuenta que la primavera pasada el Ministerio de Medio Ambiente aceptó la petición del presidente de Puglia, Michele Emiliano, de revisar la Haya, esa es la autorización en base a la cual operaba Mittal para llevar fuera de la recuperación. Y el proceso de revisión aún no ha terminado, lo que deja a la empresa sin saber qué hacer. Por lo que en primer lugar es necesario proceder a una aclaración dentro del Gobierno sobre los objetivos que se persiguen para luego restablecer de inmediato el escudo penal y concluir el proceso de revisión de la Haya. En ese momento, con un marco legal claro, se puede abrir una mesa de negociación con la empresa para enfrentar los problemas económicos y al mismo tiempo continuar con las inversiones tecnológicas y ambientales. Eso sí, hay que salvaguardar la zona caliente sin la cual la planta de Taranto se vería muy mermada, poniendo en riesgo gran parte del empleo actual. En general, nuestros políticos deberían tener en cuenta que el cierre de Taranto sería una tragedia para la ciudad que ciertamente no tiene muchas otras actividades productivas y desde el punto de vista de la contaminación sería una catástrofe mucho peor que la de Bagnoli donde, después de treinta años, aún no se ha hecho la remediación ambiental”.
La crisis de Ilva en Taranto es algo emblemática de la crisis más general en el Sur, faltan reglas estables y claras y falta una idea clara de las políticas que se implementarán para estimular el crecimiento. Así, se prefiere dar voz al malestar a través de polémicas sobre el abandono del Sur por parte del gobierno o sobre el egoísmo del Norte de Italia. El ministro del Sur Provenzano ha suscitado una polémica con Milán argumentando que la metrópoli lombarda crece restando recursos financieros y humanos al resto de Italia y no los está devolviendo adecuadamente a otras zonas del país.
“El mismo ministro en una intervención posterior aclaró mejor sus pensamientos, afirmando que estábamos hablando de análisis teóricos y que no pretendía poner freno al desarrollo de Milán. Sin embargo, creo que es un error criticar una ciudad que está demostrando ser capaz de innovar y crecer. En cambio, debe ser apreciado y, si es posible, imitado. La teoría económica nos dice que existen economías de aglomeración, lo que explica que en determinados casos, como el de Milán, se desencadenen procesos de crecimiento acumulativo. El problema de la política económica no es bloquear estos procesos, sino lograr que se conviertan en motores para el resto del país. Corresponde al gobierno crear externalidades positivas en otras zonas del país que atraigan inversiones y extiendan los efectos del crecimiento de las zonas más avanzadas a todo el territorio”.
Para el Mezzogiorno, la asociación Merit Meridione Italia ha impulsado un manifiesto que pretende ser un poco la bandera de una cultura del sur que quiere medirse frente a los desafíos de la modernidad. Todavía quedan varios intelectuales en el Sur y otros tantos políticos que se limitan a una denuncia reivindicativa respecto al gobierno de Roma y de las demás regiones del Norte. Sin embargo, en un estudio reciente, dos economistas Antonio Accetturo y Guido de Blasio argumentan que las políticas de ayuda introducidas tras el cierre de la Cassa per il Mezzogiorno no han permitido que el Sur cierre la brecha con el resto del país y, de hecho, a veces han resultó contraproducente. Como ya decía Nitti hace más de un siglo, la mala moneda de la ayuda atrae las energías de los más inteligentes y expulsa a los buenos a partir de las iniciativas de aquellas fuerzas que quieren un progreso real y no sólo subvenciones.
“Conozco ese estudio titulado “Morir con sida” al cual le he dirigido algunas críticas tanto porque se detiene en el 2013 descuidando así todo lo que pasó en los años siguientes, como por la evaluación de la ley 488 que a mi juicio tuvo mejores efectos que aquellos ilustrado en el volumen. En general, sin embargo, coincido plenamente con las críticas a la forma en que el Estado, tras el fin de la intervención extraordinaria y hasta 2013, ha repartido a menudo los recursos limitándose a repartirlos entre las Regiones y renunciando a sus funciones de rectoría y control, es decir, a su responsabilidades de gestión. Al hacerlo, ha permitido a las Regiones malgastar recursos sin producir desarrollo, provocando en muchos casos fenómenos de deterioro del capital social hasta la propagación de la corrupción. La política de los gobiernos de centroizquierda en los que participé entre 2014 y 2017 fue en cambio la de apuntar a una interacción Estado-Región más fuerte reservando una función de dirección, solicitación y seguimiento al poder central. De esta forma, se pretendía desbloquear inversiones en infraestructura, muchas veces ya financiadas, pero varadas en complicaciones de procedimiento, y se implementaron los pactos por el Sur que en poco más de año y medio han activado alrededor de 9 mil millones de empleos, es decir, obras abiertas o contratos de servicios adjudicados. Algunos argumentan que estos Pactos no han tenido éxito. En realidad, estos procesos habrían necesitado un impulso continuo de la administración y la política central. Y en cambio el gobierno anterior soltó cosas que, como suele suceder en nuestro país, tienden así a detenerse. Luego nos enfocamos en el apoyo directo a las inversiones privadas a través de ciertas herramientas de incentivos automáticas y rápidas. Herramientas que han pasado por alto a los intermediarios políticos y burocráticos. El crédito fiscal para inversiones en el Sur, por ejemplo, combinado con la industria 4.0 ha dado resultados muy positivos. Por supuesto, todo esto no es suficiente: el tercer pilar de una política para el Sur debe ser el fortalecimiento del capital social, mejorando la calidad de las relaciones entre las personas, poniendo el foco en la escuela y la formación y dando también mayor peso a la asistencia social en la zona. , donde hay profundas heridas en la sociedad que necesitan ser sanadas. Y en este sentido quisiera mencionar la labor verdaderamente encomiable que realizan los "maestros de la calle" en los barrios más degradados de las grandes ciudades del Sur. Nuestro Manifiesto retoma y profundiza estas líneas de intervención que es necesario llevar a cabo adelante con determinación por un tiempo diferente antes de que podamos ver los resultados positivos”.
Políticas innovadoras y no el viejo asistencialismo, que acaba desembocando en clientelismo, podrían devolver al Sur una perspectiva realista de crecimiento.
“En el Sur hay muchas situaciones dramáticas, pero también muchas energías positivas, empresas avanzadas que exportan, jóvenes que crean nuevas empresas, asociaciones comprometidas con la redención social. Es necesario que estas fuerzas positivas trabajen en red, hablen entre sí, tengan relaciones de mayor confianza. Cuando presentamos nuestro Manifiesto en Nápoles una cosa me hizo especialmente feliz y es que salió una serie de personas afirmando que finalmente, tras escuchar nuestros propósitos, se sentían menos solos”.